Ayer a estas horas la
"Operación Zarzuela" estaba en pleno apogeo, con los primeros inocentes haciendo gala de su alegría...
“Estimado Presidente,
me complace participarle que S. M. el Rey, en virtud de Sus facultades que Le confiere la Ley y de la prerrogativa concedida a quien ostente la Corona de Jerusalén por S. S. Inocencio XII en 1700, ha tenido a bien otorgar a la Cofradía que preside la Gran Cruz de la Orden del Santo Sepulcro, en reconocimiento de los méritos contraídos por la institución.
La entrega de la distinción tendrá lugar en la recepción privada que con motivo de Su aniversario ofrecerá S. M. el Rey el próximo 5 de enero de 2007 a las 16:30 horas en el Palacio de la Zarzuela.
Atentamente,
Alberto Aza Arias, jefe de la Casa de S. M. el Rey”
Hubo quien se pasó las horas programando la expedición a Palacio y dando vivas al Rey. Hasta que a medianoche llegó el desmentido "oficial": La Operación Zarzuela ha culminado con éxito. Rogad a Dios en caridad por el alma del Papa Inocencio. ¡Pero qué bien nos lo pasamos en el foro cofradiero!
También era el día, ya próximos a Nochevieja, de escribir por sexto año consecutivo el Tradicional Mensaje de Fin de Año a los compañeros de la Facultad... y de paso publicitar un poco este blog. Con el MIR en el horizonte, el mensaje empezaba así:
Varón de 24 años que acude a la bandeja de tu correo electrónico autodiagnosticado de “Tradicional Mensaje de Fin de Año”. Dice presentar los mismos síntomas por estas fechas desde 2001, con alguna recaída esporádica, como la que padeció con motivo de un viaje a Budapest y Praga. ¿Qué actitud adoptaría?
A) Acepto el diagnóstico y procedo a su detenida lectura.
B) Emprendo una sencilla anamnesis fundamentada en la mención de palabras clave como “Vera Cruz” o “Quinto Centenario”.
C) Ordeno un examen completo, si se deja, a fin de detectar presencia multiorgánica de células blanquinegras.
D) No sólo lo leo, sino que lo imprimo y lo llevo siempre en la carpeta como antídoto humorístico (Síndrome de La Armuña).
E) Ignoro el asunto y prosigo con mi sistemático estudio de los célebres manuales y no menos nombrados desgloses y priorizaciones.
Si la risa alarga la vida, desde ayer soy bastante más longevo.