martes, 27 de noviembre de 2007

Feliz, feliz en su día

Hay personas a quienes no es necesario ver para creer en ellas, porque las guardas en el álbum vivo y perenne de tu existencia. A quienes no hace falta abrazar muy a menudo para tenerlas cerca, ni escuchar con frecuencia para vivir en la certeza de que siempre están ahí, con los oídos abiertos y el corazón más todavía. Hay momentos, circunstancias, y luego están los amigos. Y las amigas. La amiga guapa que te sorprende con un Kinder gigante para llevar o que te obsequia con piruletas ideales para combatir los rigores de un agosto en la biblioteca. La que te llama desde Soria u otro lejano punto de sus mapas particulares, y se lo agradeces aunque estés viendo toda una final de la Copa de Europa (¿quién sabe eso en medio del secarral castellano?). La que llama también cuando es día de alegría azul y ella no está, porque azulea menos de lo que le gustaría, pero azulea bien. La que suele regalarme las palabras precisas en los tiempos precisos. La que aparece, la que me encuentro, la que se alegra. La que pone tinta al postre de mis días sin nombre y voz al aperitivo de tantos buenos ratos. La que no me ha pasado ¡¡¡aún!!! esas fotos de Cuatro Vientos, pero me basta su firma en la gorra con la de los otros testigos de aquel tres de mayo tan especial. La que hoy es feliz en su día, y yo con ella. Por ella y por todo.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Dará cien granos por uno

Era alma libre y caminante, ya sin pies ni brazos con que acarrear sus viajes: y la frente empapada de sudor. Era corazón ancho, a fuerza de guerras con los pulmones: apenas oxígeno. Era mente serpenteante, como el Duero arribando abajo, como el garabato de sus eternos folios en blanco, de sus aguas turbulentas ahora para siempre remansadas. Era y es, y esto hemos celebrado hoy. Desde la casa debías sentir cómo nos quedábamos sin aire en las ruedas por el camino y sin lágrimas en los ojos por los amigos. Seguro que has escuchado la guitarra de Belén, las manos estrechadas en la paz de los hermanos y la música de un acordeón invitando al recuerdo, dibujando el atardecer, entonando esa gran verdad de que la muerte no es el final... Te habrán llegado las palabras de Antonio citando a Julián Marías: "Quien no cree en la Resurrección es que no ha amado profundamente". El pan y el vino en ofrenda de esperanza. El día tras día de un hombre bueno que, como tú y como yo, empezó a sentir allí donde el agua se esconde entre paredes hermosas e inmensas. Dejad que el grano se muera / y venga el tiempo oportuno: / dará cien granos por uno / la espiga de primavera. El día tras día del dolor, del no saber, del no poder, del querer tanto, que al final es lo que cuenta. Mirad que es dulce la espera / cuando los signos son ciertos. El día tras día del declive, del adiós, de las hojas que se caen hasta el desnudo de la pequeñez humana. Tened los ojos abiertos / y el corazón consolado: / si Cristo ha resucitado / ¡resucitarán los muertos!. El día tras día de la casa, el jueves tras jueves, el nombre que siembro con más esperanza. Ya ves que he terminado escribiendo de Jose, de ti y de todos. Gracias, Pilar, por tu alegría.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Antes de leerlo

Llego del Aula Magna de la Pontificia, donde ha comenzado el III Curso sobre la Fe que organiza Pastoral Universitaria con una brillantísima conferencia de Olegario González de Cardedal, Claves para la lectura del libro "Jesús de Nazaret" que ha escrito Benedicto XVI y va a ser hilo conductor del curso. Al terminar se nos ha entregado el texto de Don Olegario (treinta páginas, con su ordenado esquema y sus completas notas), que es posible obtener en los locales de Pastoral Universitaria o en tu bandeja de correo electrónico, si lo pides a cursos@pastoraluniversitaria.es, así que no te quedes sin él. Más formas de conocer mejor la obra serán una mesa redonda en el Colegio de Médicos, el miércoles 28 a las ocho de la tarde, con el conferenciante de hoy, que volverá sobre el componente teológico, el biblista Sánchez Caro y el filósofo Rodríguez Duplá; y la presentación que ha programado la Diócesis para la mañana del sábado 1 de diciembre en el Auditorio Calatrava. Me queda una entrada muy informativa. Cuando lea el libro, quizá ya después del MIR para dedicarle el tiempo que tiene pinta de requerir, habrá otra más personal titulada "Después de leerlo". Mientras tanto, recomiendo las claves de Don Olegario.

sábado, 17 de noviembre de 2007

El día de empezar a soñar otra vez

Hace diez minutos hemos certificado la clasificación para la Eurocopa del próximo mes de junio, a celebrarse entre varios estadios austríacos (Viena, Klagenfurt, Innsbruck, Salzburgo) y suizos (Berna, Basilea, Ginebra, Zurich). España presenta credenciales que, otra vez, permiten esperar algo más que un simple pase a cuartos de final, pero... ¡Nada de peros! Yo voy a cumplir la tradición y como cada otoño de año impar empiezo ya mismo a soñar con hipotéticas alegrías al comenzar el verano siguiente. Claro que sí. Porque si hay buen portero, aceptable defensa, gran centro del campo y rápida delantera (y sabio en el banquillo, pese a lo peculiar que es Luis), ¿por qué no? Las derrotas de Belfast y Estocolmo ya quedan lejanas en el tiempo, tanto como el momento de Raúl en este equipo, que juega a otra cosa. Más lejos aún, el barcelonista Olivella levantando la Eurocopa del 64 en el madridista Chamartín, tras el célebre gol de Marcelino. Pero, ¿por qué no? Alguna vez habrá que repetir la gesta. Finalmente parece que no habrá sorpresas y, si Portugal e Inglaterra confirman el miércoles su clasificación, el cartel podrá decirse rematado. Será difícil. Se sucederán las portadas optimistas, los chascos momentáneos, las decepciones, los entusiasmos, las polémicas... Se olvidará a la Selección cuando suene la música de la Champions, cuando todo lo acaparen Madrid y Barça, cuando se hable de fichajes y emociones ligueras, pero llegará junio y necesitaremos, exigiremos la victoria. Habremos acumulado ilusiones y, después de tanto soñarla, no querremos despertar, otra vez, antes de tiempo. Es decir, antes de que tengamos una alineación que recordar de seguido, como aquella de Iríbar; Rivilla, Olivella, Calleja; Zoco, Fusté; Amancio, Pereda, Marcelino, Suárez y Lapetra. ¡Hale, a soñar tocan! Si Grecia pudo...

domingo, 11 de noviembre de 2007

Amarillo y fugaz...

... como el sol del veranillo de San Martín. Pero hoy, me temo, volveré a sacar la bufanda. Mi bufanda granate con rayas de colores que no recuerdo. La que no pica porque acaricia el cuello y calienta la garganta en días de faringitis. ¡Ay! Primavera de un amor. No sé si tan hermoso como el del caminante. Y otoño de una amistad que ha consisitido en contemplar el declive, la caída de la hoja, literalmente, sin esperar ningún milagro con las lluvias de abril o el sol de mayo. Apenas oxígeno. Y la frente empapada de sudor. Y en el coro de Babel no desafina un español, sino que acierta, divisa y recuerda, y me manda fotos para seguir nombrando días aquí en las Españas. Mentiras que ganan juicios, y sentencias que nos dejan sin saber todavía por qué tuvieron que encender aquella mañana la televisión en la cafetería de la facultad. Y viajes a ciudades huérfanas de Reyes, y cumbres convertidas en simas, y salvadores de azafatas que de pronto, en vuelo irregular, surcan el cielo de Madrid, y así pasan los días, las crispaciones nacionales, las tertulias radiofónicas, las emociones fuertes del Atleti y de la Unión (¡victoria en Las Palmas, amarilla y espero que no fugaz!), las movidas cofradieras, las nostalgias pasajeras, la Seminci y Woody Allen para recuperar el tiempo perdido, las visitas de los médicos de cinco en cinco, sin rimas fáciles, los catarros que me aplazan sine die pochas y campurrianas. Y sí, la virtud unos brazos en cruz, claro. Pero en Desolation Row las sirenas de los petroleros no dejan reir ni volar.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Evocación de un viaje del Papa viajero

Queridos españoles todos, he visto millares de veces, en todas las ciudades visitadas, el cartel de quien esperabais como “testigo de esperanza”. Los brazos abiertos del Papa quieren seguir siendo una llamada a la esperanza, una invitación a mirar hacia lo alto, una imploración de paz y fraterna convivencia entre vosotros. Con los brazos de quien os bendice e invoca sobre vosotros la protección divina, y en un saludo hecho de afecto os dice: "¡Hasta siempre, España! ¡Hasta siempre, tierra de María!". Eran las últimas palabras de Juan Pablo II, el 9 de noviembre de 1982, cuando en el compostelano aeropuerto de Labacolla despedía su primer viaje apostólico a España. Volvería en cuatro ocasiones más, hasta despedirse otra vez uniendo España y María el 4 de mayo de 2003 en la madrileña Plaza de Colón. Todavía tendría algo que decirle a España meses antes de su muerte, cuando nuestros obispos hicieron la visita ad limina. Y entonces volvió a María, claro. Pero vuelvo yo al primer viaje, el que me contaron porque apenas sí había tomado yo posesión en estos pagos y el que conocí mejor después. Sin ir más lejos, esta semana, en el lugar que aparece en la foto, bautizado Auditorio Juan Pablo II, por ser allí donde el Papa polaco se encontró con los teólogos españoles. No podía ser sino en Salamanca y en la Universidad Pontificia, que junto a la Diócesis programó el martes y el miércoles de esta semana sendos actos académicos para conmemorar tan feliz visita. Por desgracia, la hora matinal en que se desarrollaron redujo la asistencia, y pocos ajenos a la Facultad de Teología nos hemos acercado. Los más, sacerdotes diocesanos. Los menos, quizá yo el único, estudiantes del MIR que frecuentamos la biblioteca Vargas Zúñiga. El caso es que he de traeros algunas píldoras de lo escuchado. Monseñor Sebastián era el secretario de la Conferencia Episcopal Española entonces y estuvo particularmente iluminado en su conferencia destinada a entroncar aquel viaje con la situación actual, y ver si sus frutos se han recogido, se pueden seguir recogiendo... Parece clara la vigencia de las palabras de Wojtyla, que las tuvo para todos los sectores de la Iglesia y de la sociedad españolas en lugares muy bien elegidos a lo largo de los diez días de periplo por nuestra tierra. Sebastián, no obstante, se apartó de un riguroso análisis del magisterio papal para criticar que a menudo en la Iglesia nos enfrentamos por ver "quién es más fiel o menos fiel al Papa" en asuntos nimios, perdiendo de vista cuestiones más fundamentales. También dijo que España, además de tierra de María, es tierra de Misión, que no hace falta irse a las Indias, y que "en lugar de criticar a cristianos díscolos dediquémonos a evangelizar a paganos felices", pues lo de vivir como si Dios no existiera es ya lo más extendido. El arzobispo emérito de Pamplona dice que ha perdido "chispa": ¡pues qué bien lo disimula! Al día siguiente se sucedieron tres exposiciones más breves, hasta configurar un mosaico bastante completo. El historiador Joaquín Luis Ortega, que fue director de Ecclesia y de la BAC (qué gusto abrir sus volúmenes, con esas cubiertas que recuerdan Sicut cervus ad fontes...), aportó una visión sobre la logística del viaje, su relevancia en la vida española, alguna anécdota (el papa-móvil sufrió una avería y tuvo que llegar a Granada en un autobús de línea)... Por fin pude poner rostro a una voz tan escuchada en la radio: y sí, tiene cara de cura burgalés, no me decepcioné. Después llegó el turno de la Concejala de Cultura de nuestro Ayuntamiento. No tenía el gusto de conocer a Isabel Bernardo, que resultó ser estudiante de Medicina en Salamanca cuando vino el Papa. "Claveles para un Papa" fue su emocionante evocación de poetisa, de joven que esperó en la Dehesa albense la llegada de Juan Pablo II, de mujer creyente y madre de familia en cuya vida ocupa un lugar importante el recuerdo de aquella jornada. Por último, el anfitrión, el decano de Teología Gonzalo Tejerina, hizo memoria del famoso discurso de Salamanca. A menudo percibo la terminología teológica algo alejada de la fe sencilla, de la fe también pensada pero sobre todo vivida. Seguro que el fondo, bien analizado, no se separa tanto, pero la forma levanta una cortina de Dios demasiado diseccionado, más allá de su Palabra. ¡Lo claro que se expresa Benedicto XVI y lo oscuro que lo hacen muchos otros compañeros suyos teólogos! Juan Pablo II era ante todo Pastor, pero cuando se lo proponía también rizaba el rizo en las encíclicas. Su Magisterio, denso y extenso como el Pontificado, ahí está, para acudir a él e instruirnos, pero será menos recordado por los fieles que sus gestos y sus presencias. Jamás olvidaré Cuatro Vientos. Habían pasado casi veintiún años desde el otoño del 82 y seguía encantado de venir a España. Totus tuus. Siempre testigos.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Noche de Difuntos

Nunca he tenido claro si la Noche de Difuntos es la del 1 al 2, o la del 2 al 3 de noviembre; quizá el día de Ánimas sea una noche todo él, un cuento de miedo a medio camino entre la leyenda y la cruda realidad. Una historia contada con voz apagada y acento misterioso. Un paseo por los cementerios y los bosques encantados. Un susurro, en fin, que abre tumbas o las cierra, a gusto del consumidor, que actualmente parece optar por un Halloween importado e impostor, que se alía con el festivo de la mañana siguiente y el disfraz a cambio de la copa gratis. Aunque pocos han sido mis referentes en la materia, algunos tengo, y por supuesto me quedo con ellos frente a las "invasiones bárbaras" de la calabaza terrorífica y las brujas de maquillaje. A lo que iba. A los relatos del XIX, como "El monte de las Ánimas" de Bécquer o "La resucitada", de Emilia Pardo Bazán, que debí leer una docena de veces cuando me apetecía saciar las ansias de terror en el cuerpo. ¡Cada vez me impresionaba más la apertura del ataúd en aquella desierta iglesia! No puedo olvidar tampoco el único cuento de miedo entre los que me contaba abuela Carmen, no sé si sería popular o de su cosecha (apuesto por esto último). De la cosecha de Luis Carandell es el originalísimo "Tus amigos no te olvidan", que compila múltiples aspectos de la muerte y todo lo que la rodea en la cultura española a modo de gran reportaje periodístico, ilustrado por Núñez Larraz. Esquelas, epitafios, obituarios, velatorios, costumbres... Lo que para algunos puede resultar un alarde de necrofilia o de humor negro no es sino una lección de la vida misma, que tiene en la muerte a su penúltima estación, imprescindible para llegar al destino final. Hemos de hacer, no hay más remedio, esta parada, y buena gana de andarnos con rodeos. Quizá nos sirva de libro de ruta esa inscripción de la salmantina iglesia de San Julián: "los que dan consejos ciertos a los vivos son los muertos". Un inacabable repertorio para esta noche y todas las noches.