miércoles, 24 de junio de 2009

El sol nos dice que llegó el final

Los dos junios anteriores me mostré hostil en vuestros monitores trayendo fuego: en 2007 y en 2008. Este año, coincidiendo con el solsticio que a tantos enloquece, traigo fuego otra vez, y lo hago con el propósito inalcanzable de conjurar y extinguir la hoguera de esta noche médico-mágico-trágica. Pero sé que no. Sé que resulta inolvidable el primer quemado grave, y más siendo un niño. Aun teniendo recentísima la sesión clínica de quemaduras, preparada y pendiente de exponer, las crudas imágenes son ampliamente superadas por esas mismas imágenes en movimiento, aderezadas con un indisimulable dolor y un incesante llanto. De fondo, la histeria. Al fondo, la imprudencia. Sin fondo, la desgracia. En La Paz cuidarán de él, incluso Pilar quizá coopere a mitigar su padecimiento, y se pondrá bueno. Yo me quedaré para siempre con el recuerdo de su piel castigada y de su rabia incontenible. Ojalá que el próximo año, por estas fechas, le atienda por la típica torcedura de tobillo jugando a la pelota o al salir de la piscina. Que, aunque para mí sea guardia, para todos sea Fiesta, y el sol nos diga que llegó el final sin que tengamos que pedirle cuentas a la luna.

domingo, 21 de junio de 2009

¡Manda... limones!

Ahora mismo, cuando tendría que estar poniéndome el alba, empijamado. Cuando debería exprimir los últimos minutos entre el incensario, el reparto de las lecturas y las varas del palio, me encuentro tecleando, porque los brazos ya no me duelen pero las piernas sí y no es cuestión de hacerme el valiente cediendo a la tentación. Sonarán campanas y campanillas para anunciar que el Santísimo va a derramar entre azules la Gracia de su Amor y me imaginaré su melodía triunfal. Estrenaremos las andas pero me conformaré con las fotografías y las crónicas de mis muchos corresponsales. En fin, que hoy soy yo el enfermo. Tendré que escribir de juicio clínico en mi historia uno de los más frecuentes ("Gastroenteritis aguda") y prescribirme suero de rehidratación oral (yo tampoco hago caso al médico, así que marchando agua de limón y Aquarius). Qué mal se vive sentado en el banco de la paciencia...

jueves, 18 de junio de 2009

Buenos pastores

En estas próximas horas les lloverán las críticas, les acusarán de meterse en política como si la vida fuera cosa de los escaños y las urnas, les ridiculizarán... Se sucederán las declaraciones de sus señorías opuestas a las opiniones de sus ilustrísimas. Se les querrá callar. Se pretenderá apagar su voz, que han alzado por los sin voz... y sin derecho a la vida. Han vuelto a expresarse con claridad, como ya casi nadie hace: así. Es como para dar gracias al Señor por los pastores que ha elegido para apacentarnos y por mantener a su Iglesia fiel al Evangelio de la Vida. Sigamos confiando en Su Adorable y Sagrado Corazón.

domingo, 7 de junio de 2009

Europa de reencuentros

Yo, Sucesor de Pedro en la Sede de Roma, una Sede que Cristo quiso colocar en Europa y que ama por su esfuerzo en la difusión del cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. No te enorgullezcas por tus conquistas hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas. No te deprimas por la pérdida cuantitativa de tu grandeza en el mundo o por las crisis sociales y culturales que te afectan ahora. Tú puedes ser todavía faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo. Los demás continentes te miran y esperan también de ti la misma respuesta que Santiago dio a Cristo: "Lo puedo". (Del discurso de Juan Pablo II en Santiago de Compostela, el 9 de noviembre de 1982).
Texto completo del discurso aquí.

martes, 2 de junio de 2009

Causa de nuestra alegría

A estas alturas de la noche, cuando me pesan los ojos como pocas veces y, habiendo sido todo lo reparadora que puede ser una buena ducha, no me siento suficientemente reparado, creo que no culmino verdaderamente mi primera romería si no la cuento. "Contad lo que habéis visto y oido". Diré que he visto a todo un pueblo caminando al lado de la Virgen. Que les he oido cantarle a Su Madre todas las salves posibles y alguna más. Que he olido los altares perfumados de romero, tomillo y cantueso. Que he gustado el convite de mis amigos, compartiendo la mesa. Y que he tocado hasta enarbolarlo el pendón que les pregona por los campos y las calles. Porque he visto, he creído las maravillas que, durante todo un año de vísperas, me habían anunciado. Porque he oído hasta la saciedad unas notas que la dulzaina convierte en plegaria. Porque me dieron agua, y pastas, y limonada, y pegatinas, y caramelos, y una gorra, y crema para no quemarme, y yo di lo poco que pude: mi cansancio, que a otros descanse. Porque me llevo, desde el portalico de su casa de San Antolín, un beso en mi frente, para seguir bendiciendo su dulce nombre. El año que viene, con cinta roja al cuello si Dios quiere.