sábado, 31 de octubre de 2009

Calabazas a Jálogüin

Después de toparme con numerosas pandillas ataviadas con negros ropajes y maquilladas con tétrica pintura blanca, con bulliciosos niños disfrazados de brujos y monstruos para la fiesta del colegio, con frecuentados bares de copas vestidos de película de terror, no puedo más que reafirmarme en lo que escribía hace dos años el día de Difuntos: esto. Insisto en ello. En las castañeras, en las roscas de anís, en los buñuelos, en las visitas a los cementerios, en el Tenorio y en la Liturgia de estas fechas. Que la gente se divierta, por supuesto, pero que también piense en lo que es y en lo que quiere ser. Mientras tanto, yo le doy calabazas a la ajena festividad: cuña de su misma madera. Además, de entre todas las calabazas que en el mundo han sido, me quedo con la Ruperta del "Un Dos Tres". Por veinticinco pesetas cada uno, diga nombres de inventos socio-comerciales de nuestros días, como por ejemplo... ¡Jálogüin!

jueves, 29 de octubre de 2009

La Copa de S.M. el Bocata

Cuando el árbitro pitó el descanso del Salamanca-Racing, no hubo tiempo ni ganas de despedirle a él con la acostumbrada protesta (casi siempre con motivo). Era otra la prioridad de la afición congregada en el estadio, que en tropel y sin más señal de aviso que la tradición, se dispuso, en ese preciso momento, a mellar ávidamente el inefable papel albal que escondía hasta entonces los manjares de la velada: chorizo, lomo, queso, jamón, tortillas varias. No sólo de goles vive el futbolero, sino de todo companaje que en noches así le alegra esos quince minutos del entreacto. Esta ronda de la Copa se recordará por el "alcorconazo", para regocijo de muchos entre los que me incluyo, pero los casi ocho mil reunidos hoy en el Helmántico, a estas horas, aún saboreamos el bocadillo tanto como la victoria de la Unión. Será porque ya nos consideramos campeones de la Copa de Su Majestad el Bocata. Oé oé oé...

domingo, 25 de octubre de 2009

Héroes de la infancia en letras de oro

En los últimos años, cuando se presentaba un nuevo álbum o se estrenaba alguna película basada en sus aventuras, no lograban reconquistarme mis héroes galos de la infancia, compañeros de tantas horas de lectura. Ahora sí. Las primeras viñetas que conocí el pasado domingo me han hecho cumplimentarles estación ante escaparates de librerías, inscribirme en un multitudinario club de fans de los que proliferan en "feisbuc" como las setas en cuanto llueva y, sobre todo, recordar los buenos ratos vividos con ellos allá por el 50 antes de Cristo. ¡Cuántas veces devoré los primeros veintiocho álbumes! Aquella vuelta a la Galia que era un Tour en toda regla pero a la gastronómica. Aquellas procesiones de druidas de la aventura en Hispania, incluida la de Helmántica. Aquellos nombres desternillantes adaptados en las traducciones: Tragicómix, Lesiondelmeniscx, Cocidomadrilenix, y así cientos. Aquellas clases magistrales de geografía e historia, con sus licencias, con sus anacronismos, lanzando dardos hacia veinte siglos después, que iban más allá del chiste gráfico, mucho más, y me plantearon innumerables preguntas. Por eso, aunque han pasado casi dos décadas, creo que volveré a adentrarme en la aldea, aunque tenga que taparme la nariz al pasar junto a la pescadería de Ordenalfabetix y los oídos cuando me acerque a su querido Esautomatix, el herrero. Me convidarán a leche de cabra en la choza de Asterix, y si nos atacan los romanos, que a decir de Obelix están locos, también me darán mi sorbo de poción, porque Panoramix se acuerda de los más fieles lectores, que estamos invitados al banquete fin de fiesta, en torno al fuego, donde siempre falta el bardo (pobre Asuranceturix) y nunca los jabalíes. ¡Irreductibles!

sábado, 17 de octubre de 2009

Cada vida importa

Dentro de un rato comenzará en la madrileña Puerta del Sol una manifestación bajo el lema "Cada vida importa", que sale al paso de la pretendida reforma de la ley del aborto y en contra del aborto mismo. Es conocida mi postura por anteriores comentarios en los que la he expresado, y comparto básicamente el sentir y pensar de quienes esta tarde marcharán detrás de una pancarta. Lo que me produce enorme perplejidad es que se suban a este barco políticos, como el anterior presidente del gobierno, que nada hicieron para revocar la ley vigente durante su mandato, como si a día de hoy no se practicaran muchos miles de abortos en España. Si me encontrara esta tarde a Aznar le pediría coherencia, que consistiría ahora en abrir un debate en su partido, no sobre esta ley sino acerca del tema de fondo. En todo caso, siento ser escéptico y confiar poco en grandes multitudes. Se han dado tantos pasos hacia adelante o hacia atrás, lo que unos llaman progreso y yo regreso, que dar el volantazo no será fácil. Algunos son capaces de hacerlo, cambiando de chaqueta, de pancarta o de lo que se tercie, pero me temo que "cada vida importa" hasta el momento en que llega a importar tanto como la propia, y eso es difícil de asumir. ¿Otra causa perdida?

viernes, 16 de octubre de 2009

Dos títulos subrayados

Existen historias en pantalla grande que te atrapan durante un par de horas, no te sueltan en las siguientes y, a veces, permanecen en ti para siempre. Otras, en papel y negro sobre blanco, te reclaman durante unos días, las añoras durante unas semanas y, en ocasiones, se ganan por méritos propios vivir perpetuamente en tu memoria, donde no hay posada para todos los títulos ni cobijo para todos los personajes. Cuando su llegada coincide en el tiempo resulta inevitable relacionarlas y obtener conclusiones parecidas a través de caminos diversos que terminan por converger. Me ha ocurrido con Espósito y Rojas: Benjamín aspira a hacerle justicia al amor que parece más puro en el Buenos Aires de este tiempo y Fernando lucha para que la verdad resplandezca en aquella Salamanca de hace cinco siglos. Una película y una novela de búsqueda infructuosa, de final incierto, de tensión mantenida. De las que han llegado para quedarse, subrayo y recomiendo.

martes, 13 de octubre de 2009

Cuenca

La sexta acepción de puente en el diccionario de la RAE está dedicada a la obra de ingeniería festiva de la que muchos españoles hemos hecho uso para celebrar como mandan los cánones esa cosa llamada ahora la Hispanidad, antaño Día de la Raza (churra o merina, quién sabe) y siempre El Pilar, con perdón del Santo Oficio laicista. De puente a puente, la corriente del Júcar y la del Huécar nos llevaron a Cuenca, y parece que otra vez tiramos los dados con fortuna, pues tanto a María como a mí nos ha prendado la ciudad. Desde este puente de San Pablo, volviendo a la acepción primera, se contempla en su hondura la hoz del Huécar y se maravilla uno al comprobar esas Casas Colgadas en vilo, desafiando al vacío aferradas a la roca, como enamoradas de la ciudad y seguras de su abrazo fuerte. Hicieron arco de piedra a nuestra entrada de domingueros en sábado, cámara en ristre y con los pies aún frescos para el largo recorrido por el intrincado tobogán que nos aguardaba. Y dentro, arriba, en sí, los contrastes que toda hermosa ciudad atesora como la más preciosa de sus joyas. Frente al bullicio de la Plaza Mayor, la serenidad de la Plaza de la Merced. Frente al ruidoso fluir de los grupos de turistas, el rumor de un arroyo y la placidez de un mirador escondido que sólo ven los pájaros. Frente a frente, la misma ciudad desdoblada, ofreciéndose de puente a puente en la cara y la cruz de una moneda que hay añadir a la colección y visitar de vez en cuando, como buen numismático/coleccionista de ciudades. Buena pieza Cuenca.

viernes, 9 de octubre de 2009

Y en la tierra Paz a los hombres

Parece que el Partido Demócrata de los Estados Unidos ha hecho mejor el lobby en Oslo que la candidatura olímpica de Chicago en Copenhague. No se ha comido aún el primer turrón en la Casa Blanca, o mejor el primer pavo de Acción de Gracias, y ya tenemos a Obama entre los galardonados con el Nobel de la Paz, dos años después de su correligionario Al Gore, encaramado en la suculenta ola del cambio climático. Sus "extraordinarios esfuerzos" en pos de "fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos" parecen hacerle merecedor de esta distinción. Eso dicen. Con menos argumentos de juicio, pues reconozco que el personaje no me entusiasma y no lo sigo demasiado, se me antoja tempranero y precipitado el agasajo. Mucho por hacer, mucho por desarmar, mucho por construir, más allá de discursos y buenas intenciones. Fuera, pero también en casa. Pronto, muy pronto, para saber si habrá más paz en el mundo y en su nación después de Obama. Aunque desde la concesión de 1994 a un terrorista como Arafat, nada me extraña. Otra paz, la de la sonrisa de ese niño pobre, la de la ternura de esa mujer santa, Madre Teresa, es con la que me quedo en esta mañana en que pintaron de gris el cielo. La paz del silencio, que no necesita premios porque busca otra meta, porque ansía otra Paz.

jueves, 8 de octubre de 2009

Duc in altum

Mañana se verá en las salas una película cuyo director ha declarado para definirla: "Denuncia a la gente que en algún momento decide dejar de contrastar ideas, aparca la razón, no hay sitio para el diálogo y recurre al palo. Eso pasaba hace mil seiscientos años y sigue pasando hoy". Después ha señalado quien le entrevistaba en un programa de televisión, tras un pase del largometraje, no sé si aquel en que estuvieron cinco ministros del Gobierno de España: "Los que había a mi alrededor dijeron: ¡Qué hijos de puta que eran los cristianos!". El director aclara que "no va contra los cristianos", sino que "va dirigida a los que hoy ponen bombas, y los cristianos no van matando a la gente por la calle". Es decir, una crítica al fundamentalismo religioso no cristiano actual disparando al blanco del supuesto fundamentalismo cristiano de hace mil seiscientos años. Debió sufrir entonces al escuchar ese comentario tras la proyección, pues no fue: "¡Qué malvados son los talibanes!". Me identifico con la declarada intención inicial de nuestro laureado cineasta y me confieso cristiano, así que no voy a arriesgar, no sea que alguna secuencia, ajena a su deseo y al mío, haga que empiece a titularme de forma tan gruesa y a creerme toda la leyenda negra. Por lo pronto, me alegra haber corregido y editado el comentario primitivo tras escuchar al director, pues algunas fuentes sentenciaban traicionando a la verdad, que es la que nos hace libres. Duc in altum.

lunes, 5 de octubre de 2009

Soplen serenas las brisas

Hace un rato escuché en un telediario cómo la esposa de uno de los tripulantes del pesquero Alakrana (bajo bandera española, aunque no la luzca), secuestrado en el Índico, decía que no era momento de "soldaditos valientes" sino de "negociar" con los secuestradores. Es su palabra una palabra de inquietud, de sobrecogimiento, entendible dada su relación familiar, pese a ese tono despectivo inaceptable, pero no puede ni debe ser la palabra final. Este pesquero, cuando fue secuestrado, se encontraba fuera del perímetro de seguridad cubierto por la fragata Canarias, según el Gobierno. La nave militar avisó a los cuatro pesqueros adentrados en aguas de riesgo y la primera respuesta que obtuvo del Alakrana fue bastante tiempo después, para alertar de que les estaban atacando los piratas. Eso dice el Gobierno. Oigo en la radio que los familiares niegan que el pesquero saliera de las aguas protegidas por la fragata. Espero que se aclare una vez gocen los secuestrados de la libertad, sanos y salvos, que la verdad se sepa, pero me detengo en otro punto del debate, y es la cuestión de la protección militar de los barcos civiles. Leo que el Ministerio de Defensa no autorizó la presencia de infantes de Marina en los pesqueros, con muy buen criterio en mi opinión, aunque les permite llevar seguridad privada y fusiles de largo alcance. Esto indigna al portavoz del PNV en el Congreso. Me pregunto si también habrá protestado porque el barquito no lleve la misma bandera que juraron los infantes de Marina que ahora necesita sino la tricolor enseña de su partido, adoptada como símbolo de su hermosa región. De momento, y ante esta triste discordia, ante esta egoísta incoherencia, triunfa otra bandera, la negra de los piratas cojos, con cara de malos: un par de tibias y una calavera. La bandera de la muerte y del terror, la que impera en Somalia, tierra adentro. Pero eso no es noticia.