sábado, 28 de abril de 2007

Las manos del alfarero














Esta mañana amanecí leyendo a Xabier Pikaza. Raúl me quería animar el día desencadenando un jugoso debate, pero esta vez me agradó lo que leí sobre la primacía de Pedro y el pastor-amante frente al pastor-autoridad. Continué la jornada en una planta de hospital, con lo que ello significa. La proseguí escuchando, mientras comía, el testimonio de un sacerdote salmantino que estuvo en el Paraguay, José Isidro Salgado: un cura díscolo de esos que molestaban a cierto tipo de obispos. Conocí después que van a ser beatificados quinientos mártires de la Guerra Civil Española. Y hace un rato terminé el viernes juntando esto y mucho más en amena divergencia con Rafa y sus catequesis de domingo, con Raúl y sus siembras en tierras donde creció presta la mala hierba, con Inma ausente siempre presente. Nos definía Raúl la Teología como ese llenarse de agua la vasija de barro, que apenas sí conoce al alfarero por el roce de sus dedos. Por la Fe le conoce y le reconoce. Por la caricia del artesano que repite su costumbre creadora y el genio del artista que hace nuevas todas las cosas. Empezamos discrepando al opinar de la Iglesia y acabamos coincidiendo al confesar a Dios. Como siempre. El pan nuestro de cada noche. Las manos suyas de cada vasija, que tienen que llenarse del agua de la libertad porque así nos ha querido. Serán arcilla, mas tendrá sentido. Barro serán, mas barro enamorado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue un gran placer escucharos, bueno más bien leeros a Raúl y a ti. Siempre se aprende algo de todo el mundo, y la verdad es que anoche Rafa y yo pudimos aprender muchas cosas de vosotros dos. Aunque no participé mucho en la conversación, dado que era un día de teléfono y de conversaciones en casita,acabé leyendo todas vuestras opiniones. Cuando nos juntemos retomaremos la conversación en vivo y en directo.
Por cierto, me ha gustado mucho eso de "A Pucela hemos de ir, con un fonendo..." jajaja. Allí te espero. Gracias por el apoyo y los ánimos. Besos

Anónimo dijo...

Mis catequesis son algo inusuales, a mi estilo particular pero el mensaje final es el mismo en el que convergencias tu y Raul, el mensaje de Cristo, haz el bien a todos, sin importar el daño que te hagan, perdona a todos y vive como el vivio.
Estoy seguro que temas parecidos volveremos a comentar

Lucano dijo...

Seguro que sí, pues son temas inagotables, y es que, aunque bebiendo de Él ya no se tiene sed, apetece tanto volver a la fuente...