miércoles, 30 de septiembre de 2009

Una ciudad seguida de cifras

Oía esta tarde a Juan Manuel de Prada decir en la radio que "el deporte entontece y demuestra la decadencia de Occidente". No comparto su opinión, manifestada a raíz del inminente nombramiento de la ciudad que acogerá los Juegos Olímpicos en el verano de 2016. "Para mi tranquilidad, que es lo que más me interesa, espero que no sea elegida Madrid", concluía el opinador radiofónico. Le contestaba otra opinadora que ella deseaba "fervientemente" lo contrario, dada la "grandísima inversión" dedicada al proyecto de la Villa que tenemos por capital del Reino. Lo cierto es que es el segundo intento, y un hipotético tercero con vistas a 2020 o más allá tendría que ofrecer garantías de éxito, algo imposible de asegurar tal y como está montado el Comité Olímpico Internacional: montado en el franco suizo, para más señas. La noticia que el viernes salga de Copenhague alegrará al primer contertulio y a unos pocos, o a la segunda y a unos muchos, pues según las encuestas Madrid 2016 es algo deseado por la mayoría de madrileños y españoles. A mí nadie me ha preguntado pero he de decir que en esto soy del grupo grande. Pese a que en las subsedes hayan olvidado a las Castillas: ni un mísero partido de la primera fase del fútbol, deporte secundario en los Juegos. El olimpismo es también política y han optado por Andalucía, Extremadura o Palma de Mallorca, a la que no dieron la vela en beneficio de Valencia. Sea cual sea el desenlace del viernes, habrá quien diga que "algo huele a podrido en Dinamarca": esa conversación de última hora en un recóndito salón de un lujoso hotel, esa promesa de votos a diestro y siniestro, ese sufragio perfectamente tasable de un insigne miembro del COI... Además de las cuatro ciudades aspirantes, muchas otras estarán pendientes de la elección: las que piensan poner las redondas cifras 2020 tras sus nombres. Porque si hay un Madrid 2016 después de un Londres 2012, se desvanecerían las ilusiones de Roma, Budapest o San Petersburgo. Porque si no es Tokio la elegida, poco podrán hacer luego Lima y Monterrey (se me ocurren muchas otras cosas que hacer en Perú y Méjico... y en España). Claro que un triunfo japonés ahora complicaría uno coreano o malayo después, y si gana Chicago que se despida Toronto, y así un sinfín de cábalas que parecen las votaciones de Eurovisión. Dejando de elucubrar, me maravilla esta moda de marcarse un año para que una ciudad se venga arriba. A veces funciona, no lo dudo, hay ejemplos, pero en demasiadas ocasiones no hay respuesta convincente a la pregunta, no por manida menos pertinente, "Y luego, ¿qué?". Tras los consorcios, las fundaciones y los patronatos, las obras, las inauguraciones y las ceremonias, los logotipos, los lemas y los aniversarios, se ocultan torpemente, fáciles de distinguir, deudas, decepciones y vacíos edificios, comisiones, porcentajes y negocios ruinosos. Puede pasar, pero menos euforia con los años mágicos ayudaría a que pasara menos. Antes de que termine 2011 se habrá elegido la Ciudad Europea de la Cultura 2016. Polonia aportará una sede; la otra, España. Tres ciudades optan allí: siempre una terna fue lo razonable. Aquí son catorce más un trío asturiano (política otra vez). Nada razonable. Incluso ciudades de la misma región. No discuto que, bien propuesto, esto dinamiza la actividad cultural y económica de la urbe, pero el efecto rebote de una más que probable derrota tampoco será ajeno a muchas: "Y ahora, ¿qué?".

jueves, 24 de septiembre de 2009

Ante todo, mucha calma


El segundo año de residente de Medicina de Familia en Zamora te garantiza que en los vespertinos paseos por Santa Clara identifiques a muchos de tus pacientes, correteando o bien acomodados en su carrito, empujado por aquella madre encantadora que se quedó conforme con tus preguntas y tu exploración o por esa otra que no se marchó sin ejercer su inventado derecho al "poyaque": "Poyaque estamos, ¿qué le parecen estos granitos que le salieron hace tres semanas?". Los largos ratos que pasamos residentes, niños, padres, abuelos y demás familia en el remoto consultorio de Pediatría de las Urgencias del Virgen de la Concha proporcionan un retrato bastante aproximado de lo que se cuece en las puertas de las guarderías y los patios de los colegios en las horas de salida y entrada. Que si me han dicho que me lleve para casa a Claudia (ya nos las ponen Carmen) porque tiene mocos, que si la señorita no quiere hacerse cargo de Álex (ya no les bautizan Juan, o ni les bautizan) y sus 37,2ºC, que si las monjas exigen un certificado de la pediatra para que los críos entren a clase, que si tienen que llevar un jabón de los que no necesitan agua para lavarse... En la guardia del lunes, cuando eran las siete de la mañana del martes y estaba pensando en el señor de la FA rápida del box 3 y en la cuasi-centenaria del 7 y su abdomen aterrador, tuve que dedicar un cuarto de hora a calmar informando a la madre histérica de una niña con febrícula desde hacía unas pocas horas: "¿Qué síntomas tiene la gripe A? ¡Pues mi hija tiene fiebre! ¡Pero es que la gente muere de gripe A!". En la guardia de ayer miércoles, cuando ya era hoy jueves, las crías han sido dos, las amígdalas hipertróficas cuatro y la mamá inquieta una. Una más del gran pelotón de preocupadas, alarmadas, sobrecogidas, asustadas, cargantes, insistentes, recelosas... que espero sean también lectoras, antes de la guardia del domingo, de alguna palabra informativa y tranquilizadora como las que procuro ofrecer en mis largos ratos, pese a todo disfrutados, en el consultorio de Pediatría. En las guardias se aprende siempre, y es justo enseñar también en ellas lo poco que se sepa. Así pues, hago mío el mensaje de estos compañeros: http://gripeycalma.wordpress.com/.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Inglorious bastards

Si tuviera que señalar mi género cinematográfico favorito me decantaría por el bélico de la Segunda Guerra Mundial. Entre los títulos que siempre recuerdo figuran muchos que tienen por escenario el de los campos de batalla de los primeros años cuarenta: desde películas recurrentes en mi infancia y adolescencia (si tuve de eso) como "La gran evasión", "Los doce del patíbulo" o "Los violentos de Kelly", hasta otras más recientes que ya han tenido hueco en estos días nombrados también al son del proyector: Expiación, Falsificadores, Flame&Citron. Ayer era una tarde de otoño cuyos caminos conducen a Valor y a Van Dyck, así que María y yo no renunciamos a ninguna de las dos estaciones de destino. La segunda era como aquella cercana al Stalag Luft III del que escaparon mis héroes aviadores, una estación donde todos se encontraban porque todos habían perdido su tren. En "Malditos bastardos" todos pierden su tren y cuando creen que otro llega para ponerlos a salvo pronto descubren que se trata de un cruel espejismo. La guerra debe ser así, algo que aspiro a nunca corroborar. Una guerra que deja marca indeleble si no mata. Una guerra delirante. Una guerra atroz. Una guerra así, a golpe de insulto y de cuchillo, en la que el hombre se endiosa hasta demonizarse, y se deshumaniza a cada hora que pasa. Una guerra de enajenados, en la que las guapas apuntan y disparan y los locos llevan el timón de la nave, inevitablemente a la deriva. Sin pena ni gloria, como todas las guerras. Una guerra de anteayer, sin barniz de leyenda todavía, aún maldita y bastarda.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Cuéntame un cuento y verás qué contento

Que vea la televisión después de cenar, salvo partido de fútbol o peliculón, es cosa rara en mí. Pero esta noche me apetecía tirarme en el sofá y consulté la programación. No pasé de La Primera, porque me enteré de que "Cuéntame cómo pasó" estrenaba temporada con un episodio ambientado en la Semana Santa de 1977, es decir, en la ficción nueve años después (ocho en la realidad) de que Los Alcántara entraran en acción para la audiencia de los jueves y pocos menos desde que yo les perdiera la pista. Al parecer, vivirían la celebración en Sagrillas, el pueblecito de Albacete del que proviene el televisivo y feliz matrimonio formado por Antonio y Mercedes. La tentación era grande y sucumbí. La comparto aquí. Sucumbí para comprobar cómo la Semana Santa, una vez más, era tratada desde el típico tópico y, en ocasiones, el absurdo. En el pueblico albaceteño no hay tamborrada, sino un palio a costal, y el capataz es el mismísimo cura párroco, ataviado con casulla morada el Jueves para sacar a la Virgen y con dalmática negra el Viernes para hacer lo propio con el Cristo, si la Guardia Civil suelta del calabozo a los costaleros-jornaleros que entre procesión y procesión le ocupan las tierras a los que hicieron capital en la capital. La banda interpreta "Hermanos costaleros" (1985) y "La Madrugá" (1987), así que Abel Moreno se lucra del anacronismo mientras el cacique del villorrio hace migas con la democracia cristiana, a una quinceañera la casan de penalty, el Matamulas (un lugareño bien apodado) arrastra la cruz de penitente, los chavales se disfrazan de romanos, la abuela cocina el potaje... y el Sábado de Gloria, como según el calendario "cuentista" estamos todavía en 1977, legalizan el PCE. Continuará en el capítulo 183.

jueves, 10 de septiembre de 2009

El día de empezar a soñar otra vez (otro)

El día en que nos clasificamos para la Eurocopa de 2008 confié en la victoria, ¿recordáis?. La confianza se hizo celebración, y tomó forma de foto de un once ganador para vestir la pared de esta habitación desde la que escribo, entre un calendario de Caja Duero y un poster que resume lo esencial sobre el electrocardiograma. Esta noche sueño con otra imagen histórica, y aspiro a que el verano que viene otro once parecido, la versión mejorada, desplace el poster cardiológico y se haga con el modesto cuadro de honor de esta casa. Ha sido en Mérida la goleada que ha colmado el vaso de la ruta mundialista, que pone rumbo al sur. Sin cambios horarios pero en busca del invierno en junio. Sin otro objetivo que, por fin, traer un trofeo que sólo hemos visto levantar a capitanes ajenos. Con la certeza de que España juega bien y divierte, y así es más fácil ganar.

martes, 8 de septiembre de 2009

Canten hoy, pues nacéis Vos

Dicen que el torero que no hace el paseíllo el 15 de agosto pocos paseíllos hace al año. Es por esa fecha que España es una hoguera festiva en honor a la Virgen, en la liturgia solemne de su Asunción. No obstante, nuestros pueblos y ciudades guardan todavía albero sin mancha para otra memoria de María, la de su Natividad, que trae consigo ferias patronales de honda raigambre: la de la Vega salmantina, la de la Concha zamorana, la de Belén carrionesa. Habrá paseíllos en tardes de expectación, que acabarán en decepción o saliendo de la plaza pegando pases. Cabezudos con charanga detrás y niños delante. Casetas de pancetas. Música y ruidos. Mejor que los Rodiezmos de pañoleta al cuello y puño en alto. Mejor que los Pozuelos de batalla campal y ocio vandálico. Mejor la Virgen de septiembre, de víspera y de cosecha, de fiesta en paz. Canten hoy, pues nacéis Vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios...

martes, 1 de septiembre de 2009

Gliwice/Gleiwitz 1939

El primero de septiembre es memoria obligatoria de los dolores de Europa. Hoy hace setenta años la libertad fue desafiada en Polonia por los nacionalsocialistas, desde el oeste. Poco después la amenaza vino de los comunistas desde el este, en el mismo carrillo. Siete décadas más tarde, en una Europa que aseguran tiende a la unidad aunque yo no diría que tenga claro hacia donde se encamina, aquel puñal afilado del conflicto bélico sigue haciendo mella en tantos corazones... Muchas tumbas tachonan sus campos, que lo fueron de batalla. A muchos nietos les han hablado de abuelos que no conocieron. Muchos problemas, casi todos, no los resolvió la guerra. Que la Historia haga su trabajo e imparta lecciones para la vida, para la paz y para la esperanza.