
Dejé a la música sonar de fondo,
cuando ya no sonaba para mí,
cuando se despedía el sol tímido
del sábado entre los bostezos
de las olas y las piedras.
Dejé a los míos y me asomé
a escuchar a los otros,
en pleno crepúsculo,
cuando se apagan las voces
y resuenan los silencios.
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