sábado, 12 de mayo de 2007

Más que el sol

Fue un Domingo de la Ascensión, todavía con sabor a reluciente Jueves en Tierra de Campos. Lo sigo recordando con el cariño de los momentos felices, con el vértigo de los acontecimientos importantes y con la memoria de los detalles pequeños, que con frecuencia son los más grandes. El 12 de mayo de 1991 amaneció soleado en Carrión, y para mí lo hizo más temprano que ningún otro domingo. Era un domingo diferente: el de la primera comunión, largamente preparada en la catequesis del colegio con Sor Patro, en la escuela de la oración y las parábolas, en la escucha de la Palabra de Jesús por medio de tantas voces, de tantas lecturas, de tantos caminos. Era un domingo grande y esperado con el ansia de las ilusiones infantiles, de la cercanía y la intimidad con aquel Dios tan mirado y tan pronunciado, tan presente y tan querido. Lo fue aquel domingo y lo es hoy también, siempre inmensa el hambre e intacta la certeza, siempre nueva la fe. Es grandioso cada día que uno llama a las puertas de la primera vez, y el Único Sol alumbra la reconquista del primer instante.

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