sábado, 23 de febrero de 2008

La ciudad que olía a Jueves Santo

"¿Pero vas a poner en el blog todas las cofradías que estamos viendo?", se preguntaba el guía de nuestra excursión de cuatro, a falta de dos que suman seis.

Tenía delito que a mi edad no hubiera puesto el pie en esa Castilla meridional que es Andalucía. Enmendé mi plana el pasado fin de semana, cuando tres días intensos y kilométricos en Sevilla me hicieron recuperar en cierto modo el tiempo perdido. Volveré, claro que sí. Porque tres días son casi nada. A estas horas Estela, Jesús, Álvaro y yo pensábamos en la siesta reparadora para seguir viendo recoletas capillas y grandilocuentes altares de cultos, donde las vísperas se juntan con las octavas y el humo de la cera ardiendo se confunde con el del incienso. Sevilla de naranjos, de laberintos de callejuelas y casas blancas. Sevilla de la que se ha escrito tanto. Donde todos los caminos conducen a alguna iglesia, y todas las iglesias tienen un azulejo, y todos los azulejos muestran un Cristo o una Virgen que a un sevillano le ha puesto en camino. Sevillanos que se arremolinan cuando en la noche vuelve Pasión a la iglesia colegial del Salvador en sencillo y hermoso traslado. Sevillanos de alta alcurnia en los patios cofradieros del Silencio o la Mortaja. Sevillanos que ensayan las horas procesionales en una madrugada de invierno, y el paso es un vehículo más sin que nadie ose utilizar el claxon. Sevillanos negros del Santo Entierro, azules de Montserrat, encarnados de La Lanzada, blancos de la Amargura. El Descendimiento íntimo de la Quinta Angustia y la elegancia sobria del Calvario en La Magdalena. El olor de Jueves Santo elevado a la máxima potencia en el templo de la Anunciación surgido de la mixtura Valle y Amor. O la sencillez de todos los santos sencillos hermanándose Los Javieres y el Carmen Doloroso. La Eucaristía reciente en la capilla de Los Panaderos, la que nos encontramos a los pies del Cristo de Burgos, la que procesiona la hermandad de La Cena, la que celebramos en la catedral trianera de Santa Ana revestida de una Estrella de domingo, cuando la lluvia en Sevilla no es una maravilla pero en la calle Pureza sí. Sevilla de la Universidad y la Plaza de España oxigenadas por el parque de María Luisa. Sevilla de viernes del Gran Poder, el vecino de la Soledad de San Lorenzo. Sevilla que pronuncia con veneración el Dulce Nombre de Jesús y hasta la saciedad el de María, a la que llama Macarena. Sevilla que se pone la cruz a cuestas en Los Gitanos y se atraviesa el corazón por siete espadas en Los Servitas. Sevilla maestrante y torera del Baratillo, desnuda del Despojado. Sevilla de recovecos en Santa Cruz. Sevilla que cruza el Guadalquivir y musita en la capillita del Carmen una plegaria de adentramiento en Triana, que es otra historia. Es asombro de La O hecho último aliento del Cachorro y Esperanza de los marineros por tres veces caídos. Sevilla en estado puro. Campana, Sierpes, Plaza de San Francisco. Pues mira, Jesús, al final sí he logrado acomodar en esta carrera oficial las veintinueve cofradías que vimos. Veintiocho en sus iglesias y una afirmando su fe, la nuestra, por las calles de esta ciudad que nos puso en camino, nos acogió cálida y lluviosa (habiendo cuatro azules era inevitable), nos abrió sus puertas y nos citó para la próxima, sin dejar de oler a Jueves Santo.

9 comentarios:

Lola dijo...

Al menos, Tomás, te tomas muy bien lo de que lloviera...siendo azules...pues ya te digo :)

p.d.Venga, que esta semana santa el Viernes de Dolores, El Lunes Santo y el Viernes Santo...los huevos que recogen las monjitas de Las Claras os ayudarán para que no haga acto de presencia la lluvia.

Alfredo dijo...

Impresionante recorrido por algunas de las Hermandades de la capital Hispalense, e incluso cruzando el Guadalquivir
Muchas hermandades de una ciudad muy Mariana, un Jueves Santo diferente, ni mejor ni peor, solo diferente, Hermandades Antiguas y Venerables, Ilustres y Sacramentales, y asta Pontificales, pero todas muy Marianas
Hermandades de centro casi todas ellas en las que te han faltado dos por visitar, una de Domingo de Ramos, Amargura y otra muy de Jueves Santo muy cerca de la anterior Monte-Sion, que pena no poder visitar estas dos

Tomas espero que podais tener mas ocasiones, pues ademas de estas dos, son visita obigada, Redención,La Trinidad, San Benito, Los Negritos, San Roque, La Carreteria y asta Las Aguas, pasando pr El Museo y Vera Cruz para volver a cruzar el rio y postrarte a los pies del Stmo Cristo de la Expiración, comer al lado de Santa Ana y bajar depues esa comida dando un paseo asta el barrio Leon, y visitar a Jesus ante Caifas ¨mi Cristo para Sevilla ¨y Ntra Sra de la Salud ¨San Gonzalo ¨pues Cigarreras es muy dificil

Por otro lado querido Tomas todavia tienes una visita pendiente a esta Bendita ciudad con el que te escribe, este humilde comentario, y ya te contaré, pues este año si Dios quiere pasaré alli Jueves y Viernes Santo, con su madrugada de por medio

Un abrazo

Lucano dijo...

Lola, al mal tiempo, buena cara. Estamos acostumbrados ;-) Y las Claras, que metan en el lote el Domingo de Resurrección.

Costalero, Amargura sí la puede ver. Acababa de celebrase un bautizo en San Juan de la Palma y pudimos ver las imágenes del "Silencio Blanco". Me impresionó mucho el Cristo que se puede ver desde la calle por una ventana. Monte-Sión, Vera Cruz, El Museo... varias estaban cerradas a nuestro paso. Para la próxima, que como bien dices tengo una invitación tuya. Un abrazo.

Alberto dijo...

Ole, ole y ole. Qué envidia. ¡Qué suerte ver pasar al Señor de Pasión! Lo tengo como una deuda todavía no saldada.

Un fuerte abrazo.

Lucano dijo...

La saldarás, Alberto. Algún Jueves Santo, o algún otro día que desprenda el mismo aroma. Otro abrazo.

Félix dijo...

Los recuerdos, seguro que quedaron apilados en una libreta, pero ligarlos de esta manera, resumir tres intensos días en unas frases y que quede así de redondo, eso no lo tiene libreta alguna. Preciosa entrada, Lucano.
Cordialmente,
Félix.

Lucano dijo...

En efecto, indispensable la libreta para confeccionar una escueta lista o anotar una impresión suelta. El recuerdo queda a medias entre ella y la memoria.

Ana Pedrero dijo...

Veo, Tomás, que tomaste buena nota en tu primera incursión sureña. Buen guía llevábais.
Así, parece un poquito más que yo también viajé con vosotros.

Un beso. Azul y lluvioso, claro.

Lucano dijo...

Viajabas, claro. Aun sin kilómetros a cuestas, sin garabatos en la libreta, estuviste. Un beso azul.