viernes, 7 de marzo de 2008

Del cristal con que se mira

Sentencia la popular cuarteta de Campoamor que "en este mundo traidor / nada es verdad ni es mentira; / todo es según el color / del cristal con que se mira". Hace unas horas vi anaranjado lo que ahora veo amarillento, cremoso, beige. Percibí mi helado de vainilla chillonamente naranja. Sonrosadamente molesto. Lo vi como lo ve ella, como quizá muchos lo ven. Pero sólo era el color. Imagino que entrarán en el bombo de la visión muchas otras variables hasta confluir en lo que realmente vemos. Donde unos me ven otros no me reconocerán, y cuando algunos ya no ven nada serán los de más allá quienes comiencen a distinguirlo todo.

Del rosa al amarillo, como Induráin de Milán a París pasando por Villava. Aunque para rosa, el de Don Pedro en el Domingo Laetare, que en la Vera Cruz tenemos casullas de todos los colores del arco iris litúrgico. Del cristal de Bohemia a las imágenes en vidrio deslustrado de las TAC torácicas: ¿bronquiolitis obliterante con neumonía organizada, o sea BONO? Aunque esto me suena a campaña electoral, a la niña de Rajoy (¡que tiene dos niños!) y al "buenas noches, buena suerte" de un Zapatero que parece inspirarse en el Telecupón. A los debates que no son tales, porque si en Úbeda no hay cerros sí los hay en la Academia ésta de la Televisión, que nadie sabía para qué servía hasta verla convertida en escenario de tenidas que seguí por la radio, por aquello de no ver el arqueo imposible de las cejas y las palabras enredándose en las barbas.

Es cristal que arropaba la cera ardiendo en torno a la Madre en la hora de sus dolores, cristal escondido, ignorado, desmentido y hurtado a los ojos de quienes atienden la llamada de estos días de novenario sencillo, de media tarde. Es cristal de poemas, de vasos rebosantes y largas madrugadas. Cristal de versos atados a la baja columna del Amor más alto.

Es cristal que busca formas en el aire, riega horas de mediodía, sueña perdidos sonidos para seguir ganando la noche y el mañana. Para mirar siempre a su través todo lo bello que camina al otro lado de un color que no traiciona sino que alegra la vida.

2 comentarios:

CNTRPLT dijo...

Ella lo ve todos los días de color naranja, excepto hoy que lo vio bige/cremoso.¡Oh, maravillas de la tecnología!Ahora contemplaréis el mismo color, el de tu helado de vainilla.Aún así, el color o el aspecto da igual,lo importante es el contenido.

Lucano dijo...

Iba a decirte que alguna vez, algún jueves por la tarde, vi mi helado de vainilla, y que definitivamente ella tenía que ser la distinta. Claro que... ella, tan igual, tan siamesa, es también la distinta. Ya se sabe, rompieron el molde ;-) Por cierto: ¡hay helado para dos!