martes, 1 de abril de 2008

El sauce que dejó de llorar

Existe un sauce que ya no llora. Le robaron no se sabe muy bien por qué las aguas de colores que bebía, y fue entonces un mar de lágrimas, pero una tarde hubo quien le refrescó los brazos a fuerza de sonrisas. Se sintió elegido y llamado. Se sintió bien. Y se sentaron algunos a su sombra tímida para secarle los llantos. Le invitaron a merendar. Le ataron una cuerda y una soga para sostener un columpio que meció el viento. Le contaron vida y milagros. Le miraron en horizontal y le sacaron fotos. Le dijeron adiós prometiendo volver algún día. Pronto. Y quizá devolverle las aguas y los colores. Pero ya no llora.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, el sauce dejó de llorar aquel día, pero creo que lo volverá a hacer porque los "canes" lo toman como poste indicador de su territorio... Así que no queda más remedio que volver en un futuro próximo para reconfortarlo.

Lucano dijo...

Razón llevas, José María, antiguo Legio, ¿no? Legionario (en tanto leonés, claro) y miembro del equipo reconfortador de sauces ;-)