jueves, 18 de diciembre de 2008

Dulce

Feliz, blanca y dulce seguramente sean los tres adjetivos que con más frecuencia califican al sustantivo Navidad, que en estos días nos llena la boca y puebla postales, letreros, excusas, motivos... Estamos en la semana de las funciones en los colegios, de los colapsos en las estaciones porque casi todos quieren volver a casa como el del anuncio y de los atascos en las inmediaciones del Portal de Belén porque se ha formado una caravana de muñecas. Mucha fiesta, pero también mucho mito, que ha superado en apariencia al Misterio y su sentido trascendental en la Historia. Celebrada por una sociedad en que lo religioso palidece, la Navidad sigue nombrando nuestros días con su color, que es el blanco. Con su deseo, que es el de la felicidad, más o menos lleno o vacío de contenido: ahora los prójimos son, o parecen ser, conscientes de su existencia. De su sabor, el dulce, la Navidad impregna mesas, calles y corazones. Las noches frías se vuelven cálidas al tropezarte con la dulzura perfecta del escaparate de un comercio urbano que viene de otro siglo, o con la dulzura tradicional de las recetas rurales que vienen a la ciudad para cobijarse bajo los soportales y anunciar con el turrón artesano de la Sierra lo que anunció el Ángel de la Nochebuena a los asombrados pastores que dormían al raso, sin soportales siquiera: "Os anuncio una gran noticia que lo será para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor". Es la misma Nochebuena, pero la hemos disfrazado tanto... Le pesan los aderezos, los espumillones, las bolas brillantes como a un árbol débil... y seguramente nos hemos pasado con el azúcar. Nos ha quedado dulce, muy dulce, empalagosa por momentos incluso para los más golosos. Se nos ha perdido por el camino la estrella de Plácido, que viajaba en motocarro.

8 comentarios:

davidiego dijo...

tienes toda la razón.
Feliz Navidad!

Lucano dijo...

Igualmente, David. Creo que el Año Nuevo nos lo felicitaremos en persona, y será justo a la hora... y de verde ;-)

Vitote dijo...

Quizás se parezca más a la pagana "Saturnalia", por aquello del árbol y demás. Creo que la Navidad es algo muy personal y para mí personalmente, es la fiesta de la infancia por encima de todo. La época en la que todos volvemos a ser un poco niños y los niños son los protagonistas. Pero también debemos guardar también un rincón para la reflexión, sea donde sea, sea como sea.

A cuidarse, a felicitarse, y a empalagarse como cada uno prefiera.

Lucano dijo...

Sí, nos volvemos niños, o dejamos de disimular que no lo somos. A disfrutarlas y pensarlas, Vitote. Un abrazo.

Alberto dijo...

"Os anuncio una gran noticia que lo será para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor". Ésa es la esencia, es lo que tenemos que predicar con nuestras vidas.

Feliz Navidad.

Lucano dijo...

La esencia, tú lo dices: la buena noticia, el Evangelio, Dios con nosotros. Un abrazo y Feliz Navidad, Alberto.

Félix dijo...

No sentaré un pobre a mi mesa porque, entre otras cosas, seré yo quien se siente a la mesa de otros, pero en casa declaramos que es Navidad a los cuatro vientos y hemos colgado en nuestro balcón un paño con la imagen de un pequeño niño Dios que se encargará de anunciar a quienes pasen por delante que la Navidad es el Adviento y que en casa celebramos este Misterio.
Feliz Navidad a tí, Lucano, y a todos los que te aprecian.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

Me alegra mucho, Félix, tan explícito anuncio. Espero que paséis muy buenos dias en familia.