
Seis y cuarto de la madrugada. Supongo que está cayendo una helada, pero el goteo de pacientes no cesa. No es la perfusión continua de la mañana, la tarde y el principio de la noche, pero es ahora, juntos en la madrugada, cuando quienes empezamos a trabajar hace más de veinte horas suspiramos para que la guardia firme nuestra alta y nos mande a casa sin tratamiento. Comenzarán el ciclo otros compañeros, que verán otros pacientes y alguno que compartamos, en busca de mejor remedio a sus males. Más vómitos y diarreas como efecto secundario de las comilonas en familia. Más golpes, cortes y averías diversas. Más locos de la colina. Más padres preocupados. Más horas que ya son menos. La botella medio llena según se vacía. Porque todas las guardias se acaban y en todas se aprende.
4 comentarios:
todas se acaban, sí, pero parece que unas tardan más que otras y que golpean más fuerte.
A casa sin tratamiento no, que para eso pago, usted se receta descanso y otra ocupación en que entretener la mente hasta la próxima.
Descuida que me extenderé la receta de descanso y desconexión. Doctor Diego, fírmeme una roja ;-)
huy, esas son negras y tienen que pasar por inspección, me temo.
Me lo temía ;-(
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