Se cumplieron los presentimientos, los deseos y las ansias: reencuentro en medio del huracán, como si Emily quisiese acompañarnos otra vez en esta Salamanca ventosa y lluviosa de finales de noviembre. Reencuentro en singular que adivino antesala de algún otro más concurrido a no mucho tardar. Hoy he vuelto a disfrutar con la frescura de Ana Almería, aquella morena misteriosa del final del pasillo. Sé lo que hizo el penúltimo verano.
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