Berrenda: manchada de dos colores por naturaleza o por arte. Le va. Porque en su capa se funden sin confundirse las nanas de Ribadelago y las chirigotas del Falla, la Esperanza de su mantilla subiendo Balborraz y el Jesús de sus banzos llegando a San Atilano, los naturales y los volapiés cambiando el burladero por los medios, los envidos de madrugada y los madrugones para desayunarse con el Resucitado, las calles de Carrión que seguro algún día compartimos... Nos manchó la berrenda Ana con sus piedras parlantes hasta las tantas y supimos que no había que limpiarse. Y la próxima vez que vayamos al Carranza, no se quitará la bufanda amarilla, porque la fundirá con la blanquinegra, enjoyando un poco más la capa más berrenda de Zamora.
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3 comentarios:
Rocío, escribo sobre una hermana tuya, porque las dos sois hijas de Nuestra Madre en la noche del Viernes Santo. Un beso.
La berrendita no existe, Lucano. Fue un producto de nuestra imaginación cibernautica, fijo.
Un saludo
Si no existe, habría que inventarla.
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