lunes, 11 de junio de 2007

Creando escuela

Érase una post-procesión del Corpus al estilo "salamorano", rebuscando desde una terraza hornacinas por los muros de las iglesias, recontando medallones de Carnicero para reyes sin corona, repescando anillos en el pez que muere por su boca, releyendo con descaro los dictados de Agustín y refundando la noche dibujando un tirachinas sobre papel de estraza para que un ciudadano del mundo nos interrogase acerca del abono y de todo lo imaginable. Porque noches así crean escuela itinerante de esquina es esquina, del Caño Mamarón a la Cuesta del Palomo, de la sonrisa a la carcajada, del silencio a la canción en los últimos asientos del autobús. Escuela de consejos ciertos y de azules aireando en medio de la noche las ganas de estar juntos, de ir a la escuela de la felicidad cada día, de charlar largo y tendido, de soñar o de soñarse, de estirar las despedidas y nunca decir más que un esperanzador "Continuará"... Porque esto acaba de empezar, y todavía estamos en nuestros primeros días de clase.

4 comentarios:

Ana Pedrero dijo...

Dicen que estas clases son voluntarias, gratuítas y para toda la vida. Yo ya me he apuntado...
Besos.

Lucano dijo...

Lo bueno que tienen estas lecciones es que lo mismo se dan en aula magna que en clase particular, en facultad que en pradera, en el messenger o en torno a unos cafés. Como para no matricularse...

Legio dijo...

Hay noches más mágicas que otras, porque aunque no lo creamos, nuestra magia lo inunda todo, incluido el tiempo. Si tenemos en cuenta la magia pasada, no me quiero imaginar la futura, cargada de excelentes augurios, a diferencia de lo que supusieron los "idus" de marzo para César...

Lucano dijo...

Legio, que se cumplan los augurios y sigamos inundando de magia días y noches, arcos y bóvedas, siglos y momentos...