martes, 17 de julio de 2007

Cuaderno de Méjico

Hay tesoros de hojas de cuadrícula anilladas guardados en el arcón inmenso de los recuerdos. Por más que pase el tiempo, siguen vigentes; y cuantos más días transcurren, con más primor se guarda el tesoro, con más cariño se disfruta. Ya hay un verano de por medio desde aquel en que nacieron Los Diecisiete de Guanajuato con su gemelo, el Cuaderno de Méjico. Y parece que fue ayer, que anoche mismo escribí la primera página. Páginas de vuelo transoceánico, de escalas en Estados Unidos, de avenidas eternas de Monterrey y peripecias hospitalarias. Párrafos de travesías nocturnas y huracanes venidos a menos, de gentes de aquí y de allá que pronto estrechamos lazos y anudamos sentires. Fue bonito mientras duró... pero tiene que renacer algún día, en homenaje a la amistad, en justo tributo a aquel verano mejicano de contrastes y kilómetros. Tenemos que abrir y releer el Cuaderno de Méjico, y releernos entonces, y llevar el corazón abierto, lleno de nombres. De los nombres de aquellos días, tan nuestros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Towi!!!!!! A ver si te llamo un día de estos y hablamos un ratillo, que ya hace bastante que no sabemos nada el uno del otro. Tú y tus cuadernos que recogen todos tus recuerdos. Todavía tienes pendiente el del crucero, así que a ver si en algún momento escribes la primera página. Podrías empezar con el viaje en el bus de Salamanca a Barcelona...bueno creo que de esas horas no tienes mucho que recordar, jajaja. Tendríamos que escribir nosotros sobre tus mil y una posturas que adquirías mientras eras el único capaz de dormir. jajaja. Espero que todo hay ido bien en estas semanas. Muchos besitos

Lucano dijo...

Inma!!!!! Pues sí, alguna nota hay, no te creas, todo es cosa de ponerme a ello, ahora que tengo más tiempo. Descuida. Sobre mi capacidad para dormir aquella célebre noche, busca la respuesta en las horas pre-procesionales, procesionales y post-procesionales que tenía recientitas en el cuerpo. Es lo que tiene viajar en Domingo de Resurrección. Pero también recordarás que en el viaje de vuelta, pese a que el cansancio no era menor, y algunos dieron prueba de ello en las calles de Barcelona, aquel tipo me tuvo en vigilia desde la misma estación hasta El Burgo de Osma. ¡Qué viaje nos dio! ¡Cascaba por los codos!