viernes, 14 de marzo de 2008

Los ecos de la procesión

Todavía es viernes. Un suspiro de viernes último, de viernes víspera. Doloroso y ansiado. Casi sábado, es viernes. Me retiro con dolor de espalda y muchos ecos.

El eco de la tarde en que se lleva a la Virgen desde su camarín hasta su carroza, mientras se reúnen las chicas del Nazareno y Raquel y Esperanza limpian la mermada plata de la Dolorosa. Cuando llega y no llega la revista (¡ya ocho Lignum Crucis!), cuando se abre y se cierra el baúl mil y una veces: "véndeme un escapulario", "vengo a por la medalla", "cóbrate las cuotas de la familia"...

El eco de nueve tardes de novenario, haciendo equilibrios en el reducido presbiterio de la capilla y llenando de oraciones los oídos de la Virgen. Las velas de Escudero. Las moniciones del Padre Fabriciano. Los chascarrillos de sacristía, especialidad de Don Pedro. La compañía y la amistad de Javi: "tú incensa, que yo toco las esquilillas". Las múltiples maneras de cantar el Tantum ergo.

El eco del pregón de Antonio. El pregón de la casa, de los fabricantes de sueños y los añorantes de pasos y capuchones. El pregón venido en misión especial desde el otro lado del Atlántico para decirnos que la Semana Santa es también joven.

El eco de esta tarde de procesión. Sencilla, concurrida, de oscuro. La dalmática morada. El paso rezando avemarías. Los devotos mirando para atrás, comiéndose con los ojos a la Virgen. Como entonando una plegaria al mirarla mientras surcaba las calles estrechas. El eco de siete dolores que en estos cinco años ya han sido treinta y cinco razones para la oración. Hemos rezado con parroquias, con cofradías, con el Seminario y con Cáritas, con la Pastoral Universitaria y la de la Salud, con las familias y las comunidades religiosas, con todos los que algún año han querido hacer Iglesia con nosotros junto a María y junto a la Cruz. Iglesia en la calle. Salir al mundo y darle una Palabra de esperanza.

Pero el eco de esta noche ha sido el eco de Julián. Eco de una terraza con vistas puesta bajo el manto de la Dolorosa. Colli, y todos los que con él somos la casa de acogida, nos hemos sentido José de Arimatea y Nicodemo al poner en el regazo de la Madre el cuerpo sin vida del Hijo. Le hemos puesto a Julián, y a Jose, y a Azucena, y a Javier, y a Alfonso, y a Antonio... y a tantos otros. Ha sido en el paseo de las Úrsulas, sendero de entierros y semillero de primaveras, donde se acuestan los ecos derretidos de un viernes para dar gracias.

8 comentarios:

Lola dijo...

Salí ayer viernes del trabajo cansada y no de muy buen humor. Salí decidida a buscar a la Virgen y la encontré al pie del Palacio de Monterrey. La Virgen de los Dolores. En Viernes de Dolores. Y además, con todos los amigos azules por allí caminando despacio y en total silencio acompañando a la Virgen...y se me pasó la jornada laboral. Emocionada y con un sentimiento religioso de color azul mientras la Virgen de los Dolores avanzaba me quedó prendada la mirada. Y congelé ese momento.
Para una semana larga de trabajo, la mejor medicina.

Félix dijo...

Ecos. Tantos ecos en tan poco tiempo. Ecos que te serán devueltos por los muros catedralicios, esos a los que algunos llaman mentirosos, este Lunes de Dolor según vayáis acercándoos a ellos. Ecos que escuchará vuestro Cristo Dormido, quien se encargará de grabarlos en vuestros corazones. Porque así se hacen los recuerdos. Los buenos recuerdos.
Sé que me anticipo, pero quiero que mi eco llegue a tiempo a vuestros oídos y lo recoja "el que sonríe". ¡Feliz Pascua! amigos. ¡Feliz Pascua hermanos!
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

Lola, ya lo dice la Escritura: "acercaos a mí los cansados y yo os aliviaré". Que sigas congelando momentos como ése. No puede decirte lo que esperaba decirte ayer y te digo ahora: ¡Felicidades!

Félix, en el eco anticipado, para que llegue a tiempo: ¡Feliz Pascua!

Alberto dijo...

Fue una magnífica procesión en la cual se convinaron todo lo bueno de la Semana Santa: la devoción, la seriedad, la elegancia, un marco incomparable, los amigos, los cofrades... Para mí el Viernes de Dolores tiene un rostro diferente, inmensamente bello.

Vitote dijo...

Quizás sea difícil comprender o describir las sensaciones que transmiten los símbolos a quienes los sienten. He de confesarme, frecuento poco las iglesias y tiene un mucho de culpa el espectáculo que presencio en mi pueblo cada vez que voy a misa, cuando el que amenaza de muerte en el bar sube a leer las escrituras. Pero soy incapaz de quedarme en casa el jueves santo por la mañana y no salir a llevar nuestro humilde "Manso Cordero". En mi pueblo se lleva por turnos, voluntariamente cada uno va cediendo el puesto a quien lo pide para llevar la carga, y he llegado a ver gente que sólo lo lleva por la foto, y esas cosas escuecen. El año pasado me rebelé por ello y no fuí a la procesión, y después me sentía mal. Este año volveré y hablaré con él como antes de los partidos o cuando me enfurezco y me lleno de ira. Me apacigua y da confianza.

La gente se sorprende cuando les digo que soy creyente pero a mí lo que realmente me sorprende es quien simula ser creyente. Por eso, la pasión que transmites me llena tanto. Porque los silencios a veces dicen más de lo que callan.

A cuidarse

Lucano dijo...

Conchero, fue emocionante verte en nuestras filas de cofrades por primera vez.

Vitote, cuánta verdad destila lo que dices. La verdad que debieran reflejar los gestos, los ritos, despojados de apariencias y convenciones. A cuidarse, y que disfrutes esa mañana de Jueves Santo.

Ana Pedrero dijo...

Yo, Tomás, no tengo palabras para expresar cómo fue, cómo sentí esta primera procesión junto a la Lolita, contando una a una las siete espadas de dolor que atraviesan su corazón. Nunca podré daros las gracias por abrir así las puertas, por dejarme ser, por dejarme estar.

Mil besos.

Cvlocolorao dijo...

Inmensas palabras Tomas. Gracias, como siempre.