miércoles, 19 de marzo de 2008

Martes Santo según Zamora

Conocía el Traslado, el Espíritu Santo, el Silencio y las Capas. Anoche supe cómo vive Zamora un Martes Santo. Le dije a Alberto que a ser posible me llevaría el sol de la media tarde salmantina debajo del brazo, y aunque lo que llevé fue el paraguas no hizo falta desplegarlo. Tregua por procesiones.

Llegados y aparcados, sin dilación a buscar sitio para aguardar el paso de la primera: Jesús del Vía Crucis y Virgen de la Esperanza. A falta de barquillos, tertulia de acera allí donde la Plaza de los Ciento se torna Rúa de los Notarios. Así no hablamos con la boca llena. Pero nos situamos a la izquierda, recordando equivocadamente el hombro en que El Mozo porta la Cruz. De este modo pudimos recibir el expresivo saludo surgido de la fila de cofrades alumbrando con su farol la estela de la Virgen: "¡Somos Azules!". ¡Lo somos, Víctor!

Interludio de amigos. Siete. De aquí y de allá. Mixtas, figones, calamares. Cestos de pan. Risas estruendosas. Carteles de "Se alquila". Futuro. Años por delante. Y seguía sin llover cuando volvimos a la Plaza y fuimos a parar a Ch & Ch (enésima parte... y las que nos quedan). Las doce menos cuarto. Balborraz abajo hasta La Horta. ¿De verdad que suben y bajan pasos por allí? ¡Están majaretas estos zamoranicos!

Redoble de tambores y se abren las puertas de la iglesita. Sale el Cristo sobre un tablero sostenido por horquillas y espera agonizante la formación del cortejo. De la séptima a la primera van saliendo palabras de la boca de Cristo, blanco sobre verde. Unas gotas de lluvia sobre la pana de los capuchones. Cera que se irá prendiendo mientras emprendemos el regreso sabiendo que pronto volveré. Volveremos. "¿Es eso ya Salamanca?". "Da media vuelta". "Buenas noches y buen viaje". "Hasta mañana".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

También es asignatura pendiente para mi el Martes Santo zamorano. No he vuelto por esa semana Pasional desde aquella noche en la que las capas de medianoche azuzaron mi alma para que mirara hacia al árbol de la cruz. Aún tengo un regusto a ese brebaje adictivo que nos regala Zamora para tocar con los dedos de la mano eso divino que no se puede tocar. Volveré a zamora cuando el viento cambie a cierzo y me la luna llena me ilumine el camino, seguro.

Lucano dijo...

Volverás, claro que sí. Se te echó de menos la otra noche. Un abrazo mientras nos ponemos a mirar el Árbol de la Cruz.

Alberto dijo...

¡Por supuesto que bajan los pasos por Balborraz! Pero la Esperanza no baja, camina sobre la fragancia de sus propias flores entre los destellos de la noche, dejando como filigrana la elegancia de su paso en las aceras de Balborraz.