miércoles, 30 de julio de 2008

Terraza sin vistas

Dicen las estadísticas que suele ser más habitual en varones pero que las mujeres lo intentan más, y cada vez lo hacen con métodos más violentos y efectivos. Dicen también que al llegar la primavera, y hasta que declina el verano, se dan más casos, especialmente en las tardes y noches de los días intermedios de la semana. Por ejemplo, hoy miércoles, penúltima tarde de julio, desde una ventana de mi edificio, sin vistas a los encinares de febrero que contemplaron otro triste final. Porque siempre entristece que la mente humana revuelva tanto las entrañas como para que las manos, y los pies, y los sentidos, se asomen al vacío de la muerte sin esperanza. Suelo pensar que es sólo una equivocada desesperanza, rescatada a tiempo, quizá no de vivir pero sí de esperar, y creer, y amar por última vez como la vez primera. Lo pienso. Lo pensé entonces, cuando el invierno y las encinas, y lo he pensado ahora, cuando el verano y las vecinas haciendo corrillo en el portal, la policía indagando y los compañeros del 112 saludándome sin la prisa de la urgencia que no era, por desgracia. Quizá fue mi voz la última que escuchó, quizá fui el último en escuchar la suya, pidiendo asilo cerca de las nubes para besar en el suelo la muerte. Y se lo di, ¿qué iba a hacer si imaginaba para esa voz femenina y anciana el inocente olvido de una llave? ¿Cómo suponer que llevaba a cuestas la cruz de la desesperanza? Abrí la puerta y seguí a lo mío mientras ella siguió a lo suyo, sin hacer ruido. Sólo el golpe sordo que despertó de la modorra estival a los pisos bajos. Después, el timbre, las sirenas, los rumores, los suspiros. Pero eso no es ruido comparado con el silencio estruendoso y elocuente de un cuerpo muerto bajo una ventana abierta de par en par. Un premeditado final. Una meditación suicida. Un suicidio sin vistas. Un charco de sangre a la puerta de casa. Un recuadro en la sección de sucesos. Una vida que espero ya sea Vida para siempre.

12 comentarios:

Alberto dijo...

A veces hay cosas incomprensibles, a veces la cruz que uno lleva es tan inmensa que el solo hecho de no sentirla lleva a hacer lo que sea. Quién sabe...

Eres un maestro de decir sin decir.

Un fuerte abrazo.

Víctor L. Gómez dijo...

Los seres humanos somos complejos y tomamos decisiones vitales sin pensarlo, siempre he “admirado” a la gente que se suicida, tienen que estar muy convencidos de lo que hacen, pues arruinan la vida su gente. Hay mil soluciones para evitarlo y quizás la mas efectiva sea el pedir ayuda psicológica.

Estoy convencido de que si los enfermos pidieran mas ayuda a los especialistas se evitarían la mayor parte de las muertes voluntarias.

¿Por qué tenemos tanto reparo a pedir ayuda?.

Un abrazo, Víctor.

P.D: Pegame un toque cualquier viernes, sabado o domingo y vamos a ver Medievalia.

Ana Pedrero dijo...

A veces las noches son tan noches y los días tan oscuros, que abrir la ventana supone el único medio, equivocado o no, de que entre aire y luz, aunque sea la luz de una farola de mala muerte.
Y muchas veces es la cobardía, y no la conciencia de pecado, la que nos impide hacerlo. Cuando alguna ventana se abre, siempre pienso en la desesperación de todo aquel que es capaz de besar el suelo buscando otros cielos o simplemente buscando que la oscuridad nunca termine.

Un día más, Tomás, me dejas sin palabras. Y no es fácil.

Un beso.

Anónimo dijo...

Un minuto sin tecleos por quién ahora estará en manos de Dios. Seguro que ayer esta persona era su preferida. Seguro que era el ser más prodiosero de la tierra. La persona más pobre del mundo porque perdió lo último que se pierde: LA ESPERANZA

CNTRPLT dijo...

La mente humana es inescrutable, como los caminnos del Señor, como lo que nos depara el futuro.

Hay que verlo muy negro para tomar una "solución" así. ¿Cobade o valiente?. No lo sé no seré yo quien la juzgue. Tal vez necesitaba un hombro en que llorar o un oído al que contar sus penas.

Da igual que abrieras la puerta, cuando uno toma una decisión tan a la desesperada no hay nada ni nadie que se lo impida, ni siquiera tú. No te preocupes. Ahora ya descansa.

Te quiero.

Lucano dijo...

Alberto, todo un misterio las cruces, ellas sí que son maestras.

Víctor, el segundo, el tercero y el cuarto de los fines de semana de agosto tendré guradias en Zamora, así que podremos "medievalear".

Ana, tú lo has dicho. Con las pocas palabras que a todos nos deja pronunciar un final así.

Paz, bienvenida. Un minuto de oración por su Esperanza.

María, inevitable fue, desde luego. Tarde o temprano quería decir adiós. Descanse en Dios. TQ

Félix dijo...

¿Medicina de urgencias involuntaria?
¿Asistencia humana no buscada?
¿Coincidencia o destino?
Consuelo en el suelo, o en el descansillo, o en el portal, pero consuelo al fin y al cabo. Se marchó, seguro, con la calidez de tus palabras insospechadamente valiosas. Seguro.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

Seguro que un poco de todo eso. He sabido después que al menos ya era la tercera vez que buscaba ese final, y así encontró el principio.

Anónimo dijo...

de pequeña siempre me preguntaba porqué existían monjas de clausura. Mi madre me decía que era una vocación poco entendida y muy necesaria en un valle de lágrimas. Cada día que pasa lo entiendo más.A veces, "lo único" que se puede hacer por otro es rezar. Cuando alguien tiene la mente tan confusa no sirven las palabras y lo triste es que a lo mejor esa persona ni siquiera puede pedir ayuda porque no sabe que la necesita o peor aún... no tiene a quien pedírsela.
"Sólo recemos" un beso Tomás

Lucano dijo...

En las clausuras se reza por todos aquellos por los que nadie reza, por quienes se encerraron a veces sin quererlo en la clausura de la desesperación. Por ellos recemos. Un beso, y bienvenida.

Anónimo dijo...

Terrible decepción al no encontrarme con nada nuevo en el blog!!! Supongo que esta tarde habrá nueva prosa que paladear(quién sabe si más dulce).
Gracias Lucano, por la bienvenida. Soy todo un caballero y agradezco los comentarios personalizados.

Lucano dijo...

Amigo Paz, ahora me pongo con la prosa ;-) ¡A sus órdenes!