martes, 5 de agosto de 2008

Felices ochenta

6 de agosto de 1928. Fiesta mayor en Gajates, Tierra de Alba, donde nace el sexto hijo de Silverio y Matilde, los de la tienda del pueblo. Recordaba tía Visi, ya mocita entonces, que fue a la hora de la Misa o de la procesión cuando vino al mundo el benjamín, y al elegido José María añadieron delante el santo del día, la Transfiguración del Señor, que en Gajates se pronuncia el Salvador. Toda la Sagrada Familia en el mismo nombre, aunque en los autobuses urbanos siempre fue Blázquez y para los nietos Lolo José. Mañana cumple 80 y aunque él no se vaya a acercar a Gajates, yo sí pienso sorprenderle con una visita a Salamanca. Al subirme al autobús se me pasarán por la mente todas aquellas tardes en que mi juego era hacer de copiloto del abuelo en la línea 2, de Pizarrales a Cabrerizos, o en la 4, de Puente Ladrillo a Filiberto Villalobos, en el Pegaso nº 19 que mimaba con tanto esmero. No sé de juego más divertido. Al divisar los encinares pensaré por supuesto en nuestra encina, cuando mi anhelado veraneo consistía en dejar el pueblo para pasarlo con los abuelos en la ciudad, desde donde marchar de excursión casi todas las tardes a Gargabete y una de ellas visitar en Alba el sepulcro de la Santa, venerada Teresa. Al llegar a la estación echaré la vista atrás para recordar las historias más tristes que Lolo José y Lala Carmen no me ocultaban entre tantas buenas palabras, porque lo menos alegre también hay que conocerlo: la guerra incivil que vivieron siendo niños de escuela de pueblo, la emigración primero a la capital de la provincia y luego a Alemania, que les separó de sus hijos algunos años. Camino de su casa, que es tan mía, le imaginaré en Düsseldorf llevando a españoles y alemanes la alegría de una carta de las de antes, pues trabajaba en la Bundespost, o contemplando a abuela, la acordeonista de la fotografía, con esa sonrisa tan auténtica y las manos cruzadas por delante de la rodilla. Conduciendo por la carretera de Aldealengua o recogiendo viajeros en la Plaza del Mercado y La Tahona. De su mano a la Misa de los domingos en María Auxiliadora, donde me apadrinó el día del Bautismo y el de la Confirmación. De su mano también para ver la Borriquilla, el Descendimiento y el Encuentro, cuando hacerme cofrade era sólo una idea de futuro que él también alimentó sin serlo. Al pie del sufrimiento de abuela, aquel verano que tanto nos dolió. Le sabré desvelándose por mí y por todos los suyos, como acostumbra. No puedo sino estar con él un día tan feliz como mañana. Ochenta y los que quiera Dios. Gracias por quererme tanto, abuelo.

7 comentarios:

Alberto dijo...

¡Qué bonito! Felicidades a tu abuelo y que mañana Dios le dé muchísima felicidad.

Un fuerte abrazo.

Félix dijo...

Disfruta este día, aunque ya no seas copiloto de la línea 2 sino de la Zamora-Salamanca. Disfruta el orgullo de tener a Blázquez, porque él seguro que está orgulloso de tener a González-Blázquez.

Anónimo dijo...

Muchas felicidades.(si breve y bueno dos veces bueno)

Anónimo dijo...

Felicidades a tu abuelo!!! Cómo te decían por ahí disfruta de él, porque es una gran suerte poder hacerlo.

CNTRPLT dijo...

Disfruta y pasa todo el tiempo que te sea posible con él, debe ser una gran persona. Yo no conocí a los míos, ojalá me hubieran contado sus aventuras de juventud...

Besos.

Lucano dijo...

Así fue el día: feliz y emotivo. Por muchos años.

Anónimo dijo...

No tengo palabras, solo tengo lágrimas en mis ojos al leer lo que escribes a tu abuelo, mi padre. Gracias hijo por reconocerle su amor, gracias por ser un nieto tan especial y gracias por darle todas las alegrías que le das, Dios algún día te compensará. besos.Mamá.