lunes, 22 de septiembre de 2008

Equinoccio

Nos dijimos adiós: "Ojalá que volvamos a vernos". El verano acabó, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno...

Tiempo de vendimiar y de emprender colecciones por fascículos, mientras los diferentes veranillos se suceden fugaces y no se sabe si refresca o es ya el frío, si sacar el paraguas o insistir con la manga corta. Tiempo de partir de cero, o de cero con algunos decimales, y proponerse recomendables rutinas para dar sentido a la monotonía, que en cierto modo se ha echado de menos, y no conviene que pronto se eche de más.

Así, el otoño, el crepúsculo más temprano, tan hermoso como siempre, y la noche menos anhelada, pero no menos hermosa. Así, el otoño, cuando la luna gana metros de cielo y minutos de reinado, y es momento de contar el verano con unos sorbos de nostalgia para seguirnos calentando con sus rescoldos. Entonces miro a Santoña, otra vez escenario de la cobardía de unos cuantos desgraciados, que sólo miran al ombligo de sus delirantes fronteras, como en aquel agosto de guerra entre hermanos. Miro a ese puerto de mar y a todos los pueblos con mar o sin él, pueblos de amores de verano que hoy se ponen tristes, y en Santoña se ahonda la tristeza, y cuanto más miro, más triste me parece lo que veo. Más absurdo, más injusto, más cruel.

Otro lunes al sol para colmar el estío, recapitulando experiencias, afianzando primeros pasos y ahuecando segundos y terceros cajones. Otro lunes para pasear calles que luego enseñar mejor, para conocer versiones de la revuelta Pasión que nos reúne en pleno y nos tiene en vilo, para festejar el eco de unas palabras inolvidables y escuchar otras nuevas que me saben a las uvas maduras de siempre. Y a tu pueblo el azar, otra vez, el verano siguiente...

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu redacción sigue siendo tan perfecta y pulcra. Por fín ha llegado el Otoño, mi estación favorita.Un beso desde Salamanca, Nat.

Lucano dijo...

¡Qué cosas dices! Ánimo para el inicio del curso, aunque como andas sobrada de ilusión no se te hará cuesta arriba. Un beso desde Zamora.

Alberto dijo...

Un otoño que me da nos va a desconcertar como lo hizo la primavera.

Y Dios guarde el alma de un nuevo mártir de la libertad y la democracia. Y ojalá pronto veamos a los criminales en la cárcel y ETA exterminada hasta sus mismos fundamentos, junto a todos los que le apoyan, sean o no partidos democráticos, y cuya miseria moral es demasiado para una nación que ya aguanta tantos muertos a manos de manos tan crueles.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

¿Por qué los etarras matan a castellanos si es un problema entre vascos?
¿Por qué el PNV juega la baza de respetar a ETA y condenar los atentados?
¿Por qué muere/mata gente por el nombre que damos a un terruño?
¿Por qué pasas el mismo tiempo en la carcel si matas a dos personas o a 200?
¿Por qué sales de la carcel si no estás reinsertado ni arrepentido y sigues siendo un sociopata (De Juana)?
............
Pa ké seguir si esto es un sin vivir.

Lucano dijo...

Conchero, Paz, es la triste historia de siempre que nunca acertamos a afrontar. Descanse en paz Luis Conde de la Cruz.

Ana Pedrero dijo...

Descanse en paz, aunque en la tierra continúen las guerras en nombre de las banderas.´

Un beso.

p.d. Arcimboldo de nuevo, en todos los equinoccios.

Lucano dijo...

Y en los solsticios, ya sé que te gusta ;-)

Félix dijo...

Duele este otoño, pero no siempre ha de ser así. Seamos otoño!
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

¡Seámoslo!

Aprendiz dijo...

Vaya que bien has expresado el paso del verano al otoño.

Soy nueva por aquí, así que me daré una vuelta por tu blog.

Besos

Lucano dijo...

Eso haré yo con el tuyo. Bienvenida, Aprendiz. Aprenderemos también de ti, claro.

Lola dijo...

Por fin tenemos los ocres y rojos cinabrio en las hojas, Tomás.

Y los membrillos, y pronto las castañas...y el sol frío.

Ah, la canción de Sabina...nada, que no me mola nada. Pocas veces me gusta Sabina. Para gustos los colores.

Un fuerte abrazo, Tomás.

Lucano dijo...

Y entre los colores, Lola, el ocre de las hojas. Ya es otoño en los árboles y en la tierra que los rodea, vestida de ocre. Un beso.