jueves, 20 de noviembre de 2008

El fin del principio

Ayer al mediodía, cuando salí del centro de salud, miré atrás (alguna, que es muy lista, ya lo sabía). Volví a contemplar el pórtico, adornado por vegetación y pintadas, las blancas verjas metálicas y la acristalada puerta de acceso. Me crucé con una señora, que vendría para saber el resultado del Sintrom quizá; ningún médico ni enfermera regresaba de avisos a domicilio o de un café reparador; el cielo gris hacía presagiar que no me iba a estorbar la bufanda, y no me equivoqué. Ayer al mediodía, antes de comer las últimas existencias de los tupper que poblaban mi nevera (¡qué coliflor, madre mía!, porque la cocinó mi madre, claro) y poner rumbo a la guardia de hospital, me volví para mirar la puerta del Parada del Molino sin terminar de creerme que hubieran pasado los seis meses de la primera rotación. ¿Ya? Tempus fugit, que diría David. Medio año, sí. Entre las 8 y las 8:10, un día Pedro, otro yo, abríamos la consulta, luego la ventana para airear la pequeña sala y era el momento de ordenar los papeles (demasiados), realizar alguna intervención de cirugía menor de vez en cuando (verrugas, cuerpos extraños y esas cosas) y recibir a los representantes de laboratorios (fenicios, generosos y entrañables; sobre todo Elena, claro). A las 8:55, el primer paciente citado, y así las siguientes cuatro horas: ancianos que van al médico por costumbre, hombres de mediana edad que acuden a la fuerza (léase por imperativo conyugal), gentes a las que les duele todo, otras a las que no duele nada pero lo disimulan muy bien, demandantes de bajas laborales o derivaciones al especialista ("vengo a que me haga una resonancia y me mande al de corazón", "... si puede ser", añaden algunos), menopáusicas con sofocos, adolescentes mal del coco, niños con mocos (cuando estuve con Alicia, la pediatra)... Informes de interconsultas en las que se cambia un tratamiento y se preguntan si hacer caso a lo que dice ese señor del hospital: depende. Resultados de analíticas: habrá que pedirle para la próxima vez la HbA1c, y vigilar esas hormonas tiroideas, y comprobar si le hace algo la estatina que le hemos puesto... Recetas de crónicos: "¿Rojas o verdes? Rojas, ¿verdad?". Rodillas que dan guerra: "Ay la artrosis, don Pedro". Esclavos de las cifras: "Majo, ¿me tomas la tensión?" (eso va por mí); y yo: "Doce y medio, ocho y medio. Está muy bien, Avelino". Se consume la lista, tachando los nombres: una faringitis, una ciática, dos o tres gastroenteritis, que hay mucho virus suelto... Y así, con la lista, se consume la mañana. Queda tiempo para ordenar más papeles, los que ha ido generando la consulta, porque el ordenador todavía no lo abarca todo. Un aviso a domicilio, a dos manzanas: mujer, cincuenta y cuatro años, sin antecedentes de interés salvo sus habituales mareos. La casa, un tercero sin ascensor, está decorada profusamente pero con escaso gusto. Ella espera al médico en la cama matrimonial. Se trata de un vértigo de libro. Volvemos al Centro de Salud, acarreando el maletín (que pesa menos, porque le hemos pinchado un Dogmatil), y esperan un par de pacientes sin cita. Cosas de poca monta. Cuando terminamos de atenderlos ya es la hora de la sesión clínica: me toca a mí y recordaré a médicos y enfermeras del equipo las indicaciones y técnica de la prueba de la tuberculina, pues repunta en nuestro medio la infección por el bacilo de Koch, aunque suene a antiguo. Pedro completa mi exposición con un vídeo ilustrativo. Parece que les ha interesado. A las dos y media salgo sin mirar atrás, porque volveré al día siguiente. Pero ayer miré y sentí nostalgia. Claro que esto no ha hecho sino comenzar.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada día es un comenzar nuevo...

davidiego dijo...

ayer primaria y especializada,
los conocidos y los desconocidos,
agradecidos y hostiles,
algunos vestidos de domingo y otros sucios,
citados y a demanda,
los que se acaban y los que no,
mari nieves que es edurne,
tú sonríes, yo cagüentós
y tu blog y el mío.
contrastes.

Nebulina dijo...

Y ahora..donde toca? ;)
Sabes? leerte me da ganas de seguir cuando veo negros los años que quedan..
Un besazo!

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡¡¡¡Que poco te queda!!!!!!!!!!!!!!! (jejejejejeje)

Félix dijo...

Seis meses con poso. Alguien te echará de menos. Seguro. Y, al paso del tiempo, al menos quedará el recuerdo.
Ahora, a seguir empezando para completar finales. Siempre igual.
Cordialmente,
Félix

Anónimo dijo...

Abandonamos la CASA, el centro de salud, pero como el turron q empiezan a anunciar por estas fechas, volveremos, los proximos años con visitas esporadicas los dias q nos deje el infierno hospitalario, pero en algo mas de dos años volveremos a nuestro habitat, donde conoceremos a todos nuestros pacientes, no solo su nombre , sino toda su familia y no seran los de la cam 4-2
Suerte en el hospi, yo ya hecho de menos el centro de salud

Alfredo dijo...

Impresionante Tomas, como siempre, en un momento de tu relato me acuerdo de una canción de Sabina

un saludo

Lucano dijo...

No lo dudes, anónima. Partimos de cero coma poco.

Contraste de sabores, David: castañas, higos, fresas... Hasta la próxima guardia, cuando seguiremos contrastando.

Nebulina, ahora vacaciones de transición y después a Neumología. Espero seguir rellenando tu depósito de ánimos. Otro besazo.

Bollus, esto va muy deprisa.

Félix, mucho poso. Me consuela que volveré allí, espero que a las nuevas instalaciones.

Rafa, a acostumbrarse tocan, aunque conservemos la querencia de la Primaria. También tiene su encanto "el atajo de las pentosas" ;-)

Costalero, ya me dirás qué canción te he recordado. Hasta pronto.

Marga. dijo...

Pues a mi me sobrepasa el siempreigual de los días. Sólo me reconforta encontrar en los enfermos,una pequeña sonrisa o un¡¡que bonica eres!!! que decimos en mi tierra. Tantos días, tantas guardias...parece que al final,nos centramos tanto en las cosas mundanas que se nos olvida lo importante, hacerlas con amor, y hacerlas cara a Dios, que eso es lo que cuenta.

Lucano dijo...

Hacer las cosas con amor, Marga. Esto es. Para que en su rutina encontremos novedad, porque el amor siempre es nuevo. Ánimo en tu día a día.