miércoles, 26 de noviembre de 2008

Sus huellas y su silueta

¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo, la sierra gris y blanca, la sierra de mis tardes madrileñas que yo veía en el azul pintada? Me hacía yo la misma pregunta que Antonio Machado, con sus versos, hace unas horas, cuando surcaba el Guadarrama nevado sobre los raíles de mi vagón, que no era de tercera como el suyo. Desde El Escorial hasta Ávila, nieve a los costados del tren y tímido sol que por momentos se quitaba la careta. Pero pronto se la ponía para no derretir demasiado la hermosura de las copas de las encinas, pobladoras de las laderas de esos montes tan centrales y tan fronterizos. Se les iba el agua por las ramas, agua de color blanco y sabor a espuma de invierno, con cada rayo que escapaba de la disciplina. Por tus barrancos hondos y por tus cumbres agrias, mil Guadarramas y mil sones vienen cabalgando conmigo, a tus entrañas. Versos de olmo seco, bendecido por el rayo, que no hendido. Versos de tierra y de sierra que recordaba, aproximados, en mi viaje de regreso: como todos, viaje con muchas notas para compartir, pero éste más. El tren daba tregua deteniéndose algún instante, el suficiente para distinguir sobre la nieve el rastro de alguien, la silueta que revelaba un paso, su paso, sin más explicaciones. Unas huellas, apenas una señal. Estuvo. Fue. Miré y vi. Me pregunté. Supe. Está. Es. Así, como en la nieve serrana, sobre la pared su silueta. No tiene que estar porque no es su sitio. Son todos sus sitios, pero sin estar como estaba. Está y es. Las paredes del aula, al llegar el verano, se pintarán para empezar con brío el curso siguiente. Vendrán otros niños, que quizá nunca lo vieron en esa pared, pero sí en otras igualmente queridas: la de su dormitorio, la de su casa, la de su parroquia, la de su cofradía. Y al mirarla, aunque no esté, lo verán. Se habrán preguntado y sabrán. No necesitarán verlo para sentirlo y llevarlo en el corazón. No les molestará que algún día lo quitaran porque alguien creyó que a otro alguien podía molestar, o que, como yo pienso, no tiene que estar por costumbre o por rutina, presidiendo estancias que se ordenan según principios ajenos al Evangelio, pues Él rebosa paredes, catedrales y explanadas, y sobrevive a modas, regímenes y planes educativos. Y si alguno que nunca supo, porque nunca le contaron en su casa, fue a un colegio que no pinta las paredes en verano, todavía podrá ver sobre la pared una silueta con forma de dos trazos cruzados, el horizontal más corto que el vertical. Es posible que se pregunte por qué esa huella del pasado, no encuentre respuestas en el presente y más tarde, en el futuro, sepa de Jesús, el Señor. Ojalá no lo descubra como vestigio histórico, sino que lo abrace como sentido de su vida. Machado versaba también: No puedo cantar, ni quiero, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar. El Jesús de la agonía, de la Cruz, era la fe de sus mayores, y se sentía más cerca del Jesús caminante. Para muchos esa misma fe es algo trasnochado, la fe en Dios que ha caminado con los hombres, ha muerto en la Cruz y ha resucitado. A algunos les molesta: no sólo los signos que la representan, sino la fe misma. A mí no me molesta que les moleste, pero me apena que no miren las huellas de quien anduvo esta mañana sobre la nieve, porque verían al mismo que ha extendido sus brazos y sus piernas sobre la pared para reunirnos a todos a la vera de la silueta dibujada por su Cruz.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pido primer.
Me alegro que este viaje tenga más notas que compartir que de costumbre. Espero que esas notas sean positivas y agradables. Y también espero que las vayas compartiendo poco a poco (quizá por postal jijiji).
Hoy es diferente al lunes; no tengo tanta prisa para llegar dónde están los míos. La casa estará más fría y silenciosa. En fin, os esperamos (a ver si no por mucho tiempo). Cuidaos mucho.

Ya te mandaré LA FOTO

Lucano dijo...

Contaré, contaré cosas del viaje. En cuanto me lleguen las imágenes con que ilustrar el relato, que será en breve (LA FOTO será víctima de censura). Vuestra casa, aunque esta tarde te resulte algo más fría y silenciosa, a mí me ha parecido cálida y animada como pocas. ¡Gracias! Nos cuidaremos lo que podamos y volveremos a ella.

Félix dijo...

Porque allí donde dos o más se reúnan en Mi nombre, entre ellos estaré Yo. Así, sin más. Sin necesidad de símbolos ni otras manifestaciones. Aunque, a veces, necesitemos de los simbolos para reafirmarnos y, a veces, pasemos junto a ellos sin darnos cuenta siquiera de su presencia.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

"Sabed que estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo". Así, sin más. Nada menos que así.

Ana Pedrero dijo...

Es curioso. Te has adelantado a la columna que pensaba escribir esta semana, y has pensado la misma frase que pensé yo: la del madero y la mar. Yo lo quiero igualmente. Si es en el madero, en majestad, como mi Cristo de las Injurias.O dormido, como nuestro Niño. Si es en el mar, que sea siempre sobre el mar de mi Cái.

Me has tocado el alma, Tomás. Grandiosa entrada.

Un beso.

Lucano dijo...

Extendido en la Cruz o enhiesto sobre las aguas, es nuestro y de todos los que quieran acoger su abrazo. Un beso, Ana.

tus huellitas dijo...

Me parece muy interesante este blog ya que puedo obtener mayor conocimiento.