martes, 17 de marzo de 2009

Sabía de quien se fiaba

Hoy, cuando haya amanecido y transcurrido una nueva mañana en la planta o la consulta de Cardiología, cuando nos hayamos reunido los residentes en Santa Elena, cuando me haya dormido en el autobús rumbo a Salamanca y disfrutado con María del sol de la tarde de este marzo que a ratos mayea con ganas, hablaremos de Pablo y la Misión, la suya y la nuestra, que no es otra que la de Cristo y su Iglesia. Será entre hermanos, en diálogo fraterno, como es propio. Preparar el encuentro de hoy me ha obligado, bendita obligación, a recorrer las rutas de Pablo, de las más kilométricas que un hombre de su tiempo, cuando el mundo se miraba todo él en el espejo del Mediterráneo, podía llegar a hacer. Quizá, la Tradición lo observa así, alcanzó también las tierras de España, el confín de Occidente. Lejos quedaría aquel otro periplo, rumbo a Damasco, en busca de capturar a esos fieles del "Camino": "Saulo, soy Jesús, a quien tú persigues". El mismo Cristo Resucitado le cambió la vida y le constituyó en Apóstol de los gentiles, "apóstol por Gracia de Dios", porque la Salvación es para todos, judíos y paganos, esclavos y libres, y todos somos lo que somos en Cristo Jesús. Sólo desde un encuentro tan intenso con el Señor se entrega la vida a la causa del Evangelio y a la obediencia plena del "Id y anunciad". Pablo es maestro de misioneros, modelo de apostolado, que en el Año Santo del bimilenario de su nacimiento en Tarso de Cilicia nos ayuda en esta subida a Jerusalén que es la Cuaresma. En el horizonte la Cruz, el centro de su predicación, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, que revela en su perfecta simbiosis con Cristo que la más débil de las debilidades de Dios es más fuerte que la más fuerte de las fuerzas de los hombres, y que la más necia de las necedades de Dios es más sabia que la más sabia de las sabidurías de los hombres. Un horizonte ya próximo que nos muestra en el Calvario la silueta del signo que enamoró a Pablo: "Sé de quien me he fiado y estoy seguro de que guardará hasta el último día el encargo que me dio".

6 comentarios:

Alberto dijo...

De estos días me quedo con la frase que dice que anuncia a Cristo, y éste Crucificado. Además, esa Cruz es necedad para griegos y escándalo para judíos. Pocas palabras son tan actuales en estos días.

Un abrazo.

Lucano dijo...

Actualísimas, cuando la Cruz no se comprende, porque no se entiende que la fe y la razón no se excluyen. Valiente Pablo.

Vitote dijo...

Pablo representa la fuerza y la capacidad sobrehumana que pueden alcanzar un hombre y su fé. Ejemplificante.

A cuidarse

Lucano dijo...

En efecto, en Pablo se demuestra cómo Dios se sirve del hombre para obrar en los corazones y cambiar el curso de los acontecimientos de forma providencial. Sin duda uno de los personajes decisivos de la Historia.

Félix dijo...

He dudado hacer comentario, pues tu entrada me pilla en completo fuera de juego. No obstante, Pablo y la Cruz forman parte de dos intervenciones recientes y en las que, de una u otra forma he participado. Así que vayamos y anunciemos. Hagamos camino y no hagamos de ella ni escándalo ni necedad.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

Así, empujados a ir y anunciar, nos sentimos anoche los reunidos para hablar y escuchar de Pablo en el "Nombre de María". Fue una hermosa velada. Un abrazo.