viernes, 16 de octubre de 2009

Dos títulos subrayados

Existen historias en pantalla grande que te atrapan durante un par de horas, no te sueltan en las siguientes y, a veces, permanecen en ti para siempre. Otras, en papel y negro sobre blanco, te reclaman durante unos días, las añoras durante unas semanas y, en ocasiones, se ganan por méritos propios vivir perpetuamente en tu memoria, donde no hay posada para todos los títulos ni cobijo para todos los personajes. Cuando su llegada coincide en el tiempo resulta inevitable relacionarlas y obtener conclusiones parecidas a través de caminos diversos que terminan por converger. Me ha ocurrido con Espósito y Rojas: Benjamín aspira a hacerle justicia al amor que parece más puro en el Buenos Aires de este tiempo y Fernando lucha para que la verdad resplandezca en aquella Salamanca de hace cinco siglos. Una película y una novela de búsqueda infructuosa, de final incierto, de tensión mantenida. De las que han llegado para quedarse, subrayo y recomiendo.

2 comentarios:

Félix dijo...

Creo que ninguno de las dos fondeará en mi memoria con carácter definitivo. Porque no creo que llegue a conocer a espósito y porque estoy seguro de que habrá otros nombres que ocultarán al de Rojas en el recuerdo de mis páginas leídas. Aun así, todavía soy capaz, después de un tiempo corto, de ponerle recuerdo a esas cuevas imaginarias que nos viven por debajo.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

También las cuevas y los dobles fondos me hicieron relacionarlos, aunque siempre suponen un giro argumental que deja por el camino la atención de espectadores y/o lectores. En la película lo encontré menos forzado que en la novela, quizá porque me atrae más lo de arriba que lo de abajo, lo real que lo imaginario, y una vez adentrado en pasadizos, me pierdo. En todo caso, Rojas quedará ahí... porque ya estaba, unido a enamorados y alcahuetas de aquella Salamanca.