domingo, 15 de noviembre de 2009

El continuose del empezose

Hace un año, por estas fechas, hice un esbozo de mi primera rotación en el centro de salud, en la consulta de Pedro. Era el fin del principio. Se me habían pasado volando aquellos seis meses de toma de contacto y descubro ahora que no ha sido menos raudo el vuelo de estos doce que les han seguido, rotación tras rotación, en el Virgen de la Concha. "El continuose del empezose": le tomo prestada la expresión a Mafalda para el título. Las guardias de Urgencias, que ya son como de la familia, me habían ofrecido un primer sorbo de hospital, pero no fue hasta diciembre que aumenté la dosis. Desde entonces, todo un año conociendo distintos servicios y maneras de trabajar, consultas externas y plantas de ingreso, compañeros y enfermos de los que aprender. Como en los días de la facultad, de modo itinerante y apurando un tiempo siempre escaso, pero contemplando la realidad sientiéndote verdadera parte de ella. Una realidad la del hospital, como la del centro de salud, que suscita preguntas, muchas preguntas, y te va demandando respuestas, cada vez más, siempre inferiores en número a las cuestiones, siempre origen de nuevos interrogantes. Como conveníamos ayer Jesús y yo, en los últimos compases de la guardia, al fin y al cabo es lo que nos gusta, lo poco que podemos poner al servicio de los demás y de nuestra propia felicidad, de arquitectura siempre imperfecta en esta orilla de la vida.

5 comentarios:

davidiego dijo...

Aún poco, sigue poniendo de lo tuyo, que para los más es mucho.

Lucano dijo...

"Se hace lo que se puede", como diría "el Calzones" (llego ahora de ver "Celda 211", y como pronosticaste, no me ha defraudado). Que acabes bien la guardia.

Vitote dijo...

Decía un sabio carpintero que se levantaba todas las mañanas a las 6 para limpiar y preparar sus herramientas, que el verdadero sabio es aquel que es capaz de ver un maestro en todas las personas con las que se va cruzando...

A cuidarse

Félix dijo...

Es difícil enderezar los renglones torcidos, pero hay que admirar a quienes lo intentáis y, además, con una sonrisa amable cada día y a cada paciente. Es lo mínimo que se puede pedir.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

Vitote, pues sí que era sabio ese carpintero. Tenía claro cuál era la más útil de sus herramientas.

Félix, se hace lo que se puede para que aflore esa sonrisa, de forma natural y con sus cuidados pertinentes.