miércoles, 9 de diciembre de 2009

Calor de hogar

Después de cruzar un puente variado donde los haya en Salamanca, con arcos diversos y un camino largo, que se ha hecho corto, de una a otra orilla, he vuelto a la casa de mis horas zamoranas. Para que una casa sea hogar, por estas fechas, precisa del calor humano y divino que tiene que calentarla sin recurrir a chimeneas y radiadores, tomando posesión de algún rincón privilegiado, donde se fijen las miradas de moradores y huéspedes. Ese calor ha llamado esta tarde a la puerta, y ha pasado, como es costumbre, en forma de figurillas de barro, que junto al corcho y la estrella, el pozo y el molino, el puentecillo y las luces de colores, cada año me visitan y piden ser desenvueltas con tanta ansia como cuidado se puso al guardarlas once meses atrás. Pobres pastores y ricos magos, carpintero y doncella, carnero y oveja, mula y buey, uno tras otro, han ido abandonando el sueño de una caja de cartón para echar su poesía de silencio y quietud en esta función de Navidad, estática y callada, pero tan viva y elocuente, tan hermosa, tan cálida. La casa ha sido hogar cuando ha surgido, despojada de su vestido de papel de periódico, la desnudita efigie del Niño Dios, que ya está cerca. Ha sido la tarde de poner el Nacimiento, su tienda entre nosotros, su Vida en la nuestra. Momento de hacerle hueco buscándole un sitio en casa para que la transforme en hogar, de darle posada en el corazón, para que lo mantenga encendido y lata siempre conforme al suyo. Eso sí, mis figuras dicen que no necesitan, al contrario de éstas con que ilustro, ninguna medida contra la gripe. Se las ve sanas, quitando algún brazo roto los pajes de los reyes (mañana pregunto a los traumatólogos). De las mascarillas harán pañales para el Niño Jesús, que ya viene de camino.

3 comentarios:

Félix dijo...

¿Brazos rotos? ¿Traumatología? ¡Uhhmm! ¡No sé, no sé! ;-))
Cordialmente,
Félix

Alberto dijo...

Por favor, con mascarillas... ya hay que ser hipocondriaco... Nada, como bien dices, mejor para pañales para el Niño Jesús.

Un abrazo.

Lucano dijo...

Algún "briconsejo" podían darme, Félix. A falta de "belenólogos" ;-)

Alberto, hasta esos extremos llegan algunos, por propia hipocondría o por reírse de la de los demás.