viernes, 6 de noviembre de 2009

Los brazos en abrazo hacia la tierra

Ayer lo escribía muy bien Alberto y hace casi un año también aludí a este asunto: me refiero a la presencia de la Cruz en las aulas y, por extensión, del hecho religioso en la sociedad. ¿Fe privada o fe pública? Lo afirmado en los textos que enlazo definen mi respuesta, que doy desde la alegría de creer, la disposición a compartir lo que creo y el respeto escrupuloso a quienes no sienten y piensan como yo. Si tuviera que pronunciarme escuetamente sobre la reciente sentencia del Tribunal de Estrasburgo lo haría a favor: no es el sitio de la Cruz la pared de una escuela no cristiana (en la cristiana sí, aunque algunas, por desgracia, lo descuidan). Lo que ya no me entra en la cabeza tan fácilmente es el extendido afán por ahuyentar lo religioso de lo público, por difuminar lo cristiano del acervo de nuestros pueblos europeos. En la Cruz no veo yo un elemento de la cultura y la tradición, que lo es, sino la señal de que Dios nos ama y de ella se sirve para salvarnos, pero esa primera realidad objetiva de la Cruz corre peligro por el recelo hacia la subjetiva segunda. La cruz cultural desterrada para desterrar la Cruz de la fe. Es así. Sólo a quien molesta la fe puede molestar la Cruz. A unos futboleros y susceptibles musulmanes molestó hace un par de años aquella camiseta del Inter de Milán con la cruz roja, que vistieron en un partido contra el Fenerbahce. Enarbolaban la bandera de la capital lombarda, que fue tildada de "ofensiva para el Islam". Ofensa que percibirán, supongo, cuando vean ondear las banderas escandinavas, la del Reino Unido, la de Grecia... que no les están diciendo precisamente "Convertíos y creed en el Evangelio". Ya pasaron, a Dios gracias, los tiempos de Cristiandad, ya la Iglesia se desligó del Estado y se puso a caminar hacia adelante mirando en el espejo de los tiempos apostólicos, pero algunos siguen sintiéndose dolidos y ofendidos: "daño moral" lo han llamado. Como si la Cruz les hubiera arruinado la vida. Habrá que convivir con tan tristes dolores y ofensas, haciendo un esfuerzo por darles a conocer una Cruz que no daña sino que cura. Confiando en que su silueta sobre la pared y las obras de quienes la aceptamos como humilde y pacífica bandera reflejen la hermosura del Amor de Dios, infinito, paciente y crucificado. La Cruz que pedía el poeta de Tábara y Sequeros, León Felipe: "Hazme una cruz sencilla, carpintero. Sin añadidos ni ornamentos. Que se vean desnudos los maderos, desnudos y decididamente rectos. Los brazos en abrazo hacia la tierra, el astil disparándose a los cielos. Que no haya un solo adorno que distraiga este gesto, este equilibrio humano de los dos mandamientos. Sencilla, sencilla, hazme una cruz sencilla, carpintero".

5 comentarios:

Alberto dijo...

La Cruz, escándalo y necedad para tantos después de tantos siglos. ¡Qué nos sorprende! Si eso hicieron con el Maestro, qué no harán con los discípulos.

Un abrazo.

Félix dijo...

Sea la Cruz bandera enarbolada y no cultura en las paredes. Quítenla si así aplacan ánimos. Quienes quieran seguirle que la tomen y se reúnan en Su nombre.
Cordialmente,
Félix

Lucano dijo...

Así sea. Siempre "en abrazo hacia la tierra", siempre "disparándose a los cielos".

Alfonso Carlos dijo...

En un mundo multi cultural y multi religioso sobran las cruces solitarias en las aulas. A no ser que esten junto a una imagen de Shiva, la Kaaba o un candelabro de 7 brazos. Por nombrar unos cuantos a bote pronto

un abrazo

Lucano dijo...

Ocurre, Alfonso, que otra forma de religión es la sin-religión. A mí la Cruz me gusta verla en sitios diferentes a las paredes de un aula, desde luego. Lo que me pregunto es si llevándola al cuello o sacándola en un paso también ofenderé, y terminarán por prohibírmelo.